Disney-Pixar estrenan este 17 de Junio de 2022 la película Lightyear, basada en las verdaderas aventuras del guardián espacial que inspiró al juguete protagonista de la aclamada saga de Toy Story.
Sin embargo, el estreno de la película no es uno más para la compañía del ratón, ya que será la primera película de Pixar que se estrena en las salas de cine desde Toy Story 4 (2019) poniendo a prueba este formato, gravemente debilitado tras la pandemia y amenazado por plataformas de streaming como Netflix o la propia Disney+, en la que se han estrenado las cuatro últimas películas de Pixar.
Por este motivo, Disney no puede permitirse un fracaso y ha puesto a trabajar su poderosa maquinaria de marketing, comenzado a surgir las primeras críticas que califican a Lightyear de “la películas del año”, o de “obra maestra de la ciencia ficción” comparándola con clásicos del género como 2001, odisea en el espacio, Interestelar, o la mismísima Star Wars.
La realidad, en opinión de este humilde medio, es que todas estas críticas MIENTEN DESCARADAMENTE. Ya se ha visto en otras ocasiones y especialmente con películas bajo el paraguas de Disney (Marvel, Pixar, Star Wars), que la estrategia para evitar un trompazo en taquilla empieza con criticas “interesadas” que disparan hasta la estratosfera las expectativas, con el objetivo de inflar las cifras de recaudación de los primeros pases (los más relevantes para la prensa).
Ya sucedió de forma dolorosa con la saga de secuelas de Star Wars, donde críticos sin escrúpulos definieron a las nuevas películas como “las mejores desde el Imperio Contraataca “o una vez más, como “obras maestras” que el tiempo y los fans, han puesto en su lugar como lo que realmente son, basura infecta y hedionda que destruye el legado de la saga.
Detrás de esta cortina de humo y espejos, suele ocultarse algo más que el simple afán de disimular una mala película. A menudo, esta clase de campañas de marketing son precedidas por alguna clase de polémica relacionada con el intento de adoctrinar mediante ideología de extrema izquierda o Woke a las audiencias. En el caso de Star Wars, se trató de amortiguar la decisión de convertir al gran héroe Luke Skywalker, en un pelele cobarde, derrotado por una mujer aprendiz de jedi y según parece Lightyear va a correr una suerte parecida.
Un beso lésbico entre dos personajes ha sido el que ha desatado la aparente polémica con Líghyear, utilizándose para justificar cualquier crítica hacia la película, como producto del odio de personas con mentalidad retrógrada y homófoba. Nada más lejos de la realidad. El beso es solo la excusa, porque el verdadero poso ideológico de la película se encuentra en el retrato que se hace de Buzz Lightyear y de lo que el héroe espacial representa.
A lo largo de la cinta, este se aleja cada vez más del personaje clásico visto en Toy Story, convirtiéndose en un ser obsesivo, que encadena fracaso tras fracaso y cuya salvación se produce gracias a la verdadera protagonista de la película, una mujer negra, lesbiana y empoderada (oh sorpresa, los mismos rasgos que el nuevo personaje de Jurassic World Dominion).
Sin ánimo de destripar el gran giro de la película, la némesis de Lightyear, el malvado emperador Zurg, que apareció en Toy Story como una parodia de Darth Vader, aquí representa el lado oscuro del héroe, convirtiéndose en el reflejo de lo que Disney y la progresía de Hollywood han llamado masculinidad tóxica.
La película pretende destruir la figura del guardián espacial, deconstruyendo los rasgos más icónicos de Buzz Lighyear y poniéndolos en su contra, para que aparezca como un fósil anticuado cuya salvación pasa por abrazar los valores Woke, desperdiciando una película visualmente impresionante al servicio de un panfleto ideológico de izquierdas, aunque esto ya no debería sorprender a nadie, puesto que la agenda de Disney hace mucho que dejó las sutilezas para mostrarse abiertamente en todas sus producciones.
La mismísima productora ejecutiva de Disney, Latoya Raveneau, reconocía abiertamente que había implementado una agenda gay en la programación. De este modo, afirmaba: “nuestros líderes fueron muy acogedores con mi agenda gay nada secreta”. Y añadía: “sentí un impulso, una sensación de que no tenía que tener miedo a que dos personas (queer) se besasen. Añadía contenidos queer a la programación siempre que podía. Nadie podía pararme”.
El fracaso de producciones abiertamente progres tampoco ha detenido a los estudios, pese a que Netflix ha perdido más de 200.000 suscriptores y ha sufrido una caída del 16% en bolsa por esta causa y la taquilla de películas como Eternals, de Marvel, va en picado, por lo que solo nos queda preguntarnos ¿Qué impulsa a los estudios a continuar con su agenda a costa de su modelo de negocio? ¿Alguien está financiando, como sucede en España, a esta clase de productos fallidos, para compensar las pérdidas producidas por el rechazo del público? Y lo que es peor y más preocupante ¿A qué se debe esa insistencia por acabar con los mitos de la cultura moderna y criminalizar al hombre en el proceso?
A falta de respuestas, solo podemos como espectadores, revelarnos en la taquilla rechazando productos políticos camuflados y exigiendo el regreso de aquellas aventuras familiares en las que los verdaderos valores, la diversión, el heroísmo y la valentía eran el motor y el eje de historias con las que cualquiera podía identificarse.
Primer artículo que leo en dónde reina el sentido común y la verdad.
Saludos desde Argentina.
Dios, como odio que hagan esto, y yo tambien me lo pregunto, si ven que van horriblemente mal economicamente estas peliculas de izquierda o woke, porque siguen haciendolos? ademas de perder dinero tambien pierden toda la reputacion que ganaron años atras solo para ganarse el favor de una minoria.
Genial artículo y 100×100 con Walter y Dante. Por cazar a la minoría caprichosa y su ideología, Disney y afines dinamitan sin parar su imagen. Claro sabemos que van tras el $ de tal minoría, pero la brutal mayoría (más dinero, mira tú) no condice y se pierden ese ingreso. Ya pasó con «Turning red» y otras más por ahí.
Los progres chillan e inventan eso de «homofobia», y me encanta que les duela. Saben el error pero hay intere$e$ detrás, así que por suerte seguirán fracasando.