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El ‘gigante’ cumple 15 años entre cifras récord, encendidas controversias y síntomas de un cierto declive. ¿Cómo llegará a la mayoría de edad?

Afirmar que las redes sociales han tenido un profundo impacto en nuestra conectada e inmediata vida hipermoderna es una obviedad. Facebook, que pese a todo sigue siendo, con mucho, la mayor de las redes sociales, tiene 2.300 millones de usuarios activos mensualmente en todo el mundo, según datos de la propia compañía a finales de 2018.

El usuario medio pasa casi una hora al día en Facebook y sus plataformas hermanas, Instagram y Messenger, convertidas poco a poco en la principal vía de conocimiento del mundo que nos rodea, así como de relación social con los otros. Ninguna otra tecnología, desde la aparición de la televisión, ha modificado tan drásticamente la forma en que las personas se comunican, obtienen información y ocupan su tiempo, digamos, de ocio.

Las hipótesis sobre el impacto de las redes en nuestro bienestar han seguido una trayectoria clásica, pasando de un temprano optimismo sobre los beneficios potenciales de tales herramientas a una preocupación más o menos generalizada hoy sobre los posibles perjuicios. Es innegable que reducen radicalmente no solo las dificultades, sino el coste de conectarse, comunicarse y compartir información con otros; y dado que las relaciones interpersonales se cuentan entre los impulsores más importantes de la felicidad y el bienestar humanos, su componente positivo individual es tan claro como fácilmente demostrable.

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