¡El Supremo se convierte en el nuevo ring de la política española! Vox ha irrumpido como un torbellino en el Tribunal Supremo con una querella criminal contra Pedro Sánchez, el mismísimo presidente del Gobierno, por un presunto delito de falso testimonio que podría abrir una grieta sísmica en Moncloa. El detonante: las palabras de Sánchez en el Senado el pasado 19 de noviembre, donde juró ante Dios y la Constitución que «no conocía» a Antxón Alonso, el empresario navarro implicado en la trama Koldo –esa vorágine de comisiones millonarias en contratos de mascarillas durante la pandemia–. Pero Vox, con el olfato de sabuesos, destapa un arsenal de pruebas que pintan al presidente como un maestro de la negación: ¡fotos, mensajes y hasta un encuentro en 2017 que convierten su declaración en un castillo de naipes! ¿Es esto el principio del fin para Sánchez, o un órdago más en la guerra sucia del Congreso? ¡El aire está cargado de pólvora, y el Supremo decide si enciende la mecha!
El escándalo estalla con la fuerza de un terremoto político. Todo arranca de la comparecencia de Sánchez en la Cámara Alta, donde, bajo el peso de las sospechas por el caso Koldo –que ya ha salpicado a exministros como José Luis Ábalos y asesores como Koldo García–, el presidente se plantó firme: «No conozco a Antxón Alonso. No tengo relación alguna con él». Palabras que pretendían apagar el incendio, pero que Vox ha transformado en gasolina pura. La formación de Santiago Abascal, fiel a su estilo de ariete implacable, presentó la querella este lunes ante el Alto Tribunal, acusando a Sánchez de un delito de falso testimonio tipificado en el artículo 458 del Código Penal, con penas de hasta dos años de cárcel o inhabilitación. «Sánchez mintió a sabiendas ante el Senado, órgano de soberanía popular», claman los letrados de Vox, adjuntando un dossier demoledor: fotografías de un ágape en 2017 donde Sánchez y Alonso comparten mesa con el exdiputado socialista Odón Elorza, mensajes de WhatsApp que fluyen como un río entre el empresario y el entorno del PSOE, y hasta referencias a la sociedad Servinabar SL, donde Alonso figura como socio de Santos Cerdán –el secretario de Organización del PSOE y hombre fuerte de Sánchez– desde 2016.
El núcleo de la acusación es un tapiz de contradicciones que no deja resquicio. Antxón Alonso no es un fantasma anónimo: es el nexo visible en la red de influencias que ha devorado al PSOE. Investigado por la UCO de la Guardia Civil por su rol en adjudicaciones irregulares de material sanitario por valor de 54 millones de euros, Alonso ha sido el puente entre Koldo García y las arcas públicas. Vox no escatima en detalles: «El presidente juró falsamente para eludir responsabilidades en una trama que implica a su partido», argumentan, exigiendo que el Supremo admita la querella y cite a declarar a Sánchez como investigado. El Supremo, con el magistrado Pablo Llarena al frente de la Sala de lo Penal, tiene la sartén por el mango: si ve indicios, el proceso podría derivar en un juicio que paralice el Gobierno, obligando al presidente a testificar bajo juramento y exponiendo grietas en el pacto de investidura. ¡Imagina: Sánchez en el banquillo, desgranando chats y fotos que podrían hundir su credibilidad como un yunque en el mar!
Las reacciones han sido un vendaval de fuego cruzado. Desde Vox, Abascal tuitea con saña: «Sánchez miente como respira; el Supremo debe actuar ya para limpiar la podredumbre del sanchismo». El PP, con Alberto Núñez Feijóo a la cabeza, aplaude el órdago pero marca distancia: «Apoyamos cualquier iniciativa que destape la corrupción del Gobierno; esto es solo la punta del iceberg del caso Koldo». En Moncloa, el silencio inicial se rompe con un comunicado lacónico: «La querella es un ataque político infundado; el presidente no tiene nada que ocultar y confía en la justicia». Sumar y Podemos, fieles aliados, lo tildan de «circo judicial» orquestado por la derecha, mientras ERC y Junts –socios inestables– observan con recelo, recordando cómo el caso ya ha tensionado sus pactos. Expertos jurídicos como el profesor Javier Pérez Royo lo ven negro: «Si el Supremo admite, podría derivar en imputación; Sánchez jugaría con fuego al negar lo evidente». Y en las calles, el pulso social hierve: encuestas flash muestran un 58% de españoles que cree que Sánchez «sabía algo» de la trama, avivando el clamor por dimisiones.
Este no es un capricho procesal; es un terremoto con réplicas imprevisibles. El caso Koldo ya ha devorado a Ábalos –próximo a prisión provisional–, y ahora apunta al núcleo del poder: Cerdán, cuya sociedad con Alonso huele a favoritismo, y el propio Sánchez, cuya negación podría costarle el escudo de inmunidad relativa como diputado. Si el Supremo abre la puerta, no solo se juzgaría un testimonio: se pondría bajo lupa el alma del PSOE, con ramificaciones en contratos públicos y financiamiento electoral. ¿Rectificará Sánchez, o doblará la apuesta? ¿Votará el Supremo a favor de la querella, o la archivará como ruido político?
En Agencia6, el corazón late al ritmo de esta embestida que podría reescribir la historia de España. ¡No es solo una querella; es el eco de una ciudadanía harta de sombras en el poder! Sigue el pulso en nuestras redes para actualizaciones al minuto y análisis que cortan el ruido.
#QuerellaVoxSanchez #FalsoTestimonio #CasoKoldoExplota #SupremoEnAccion #Agencia6






