Ver al alcalde de Benidorm con dos de sus ediles mirando los nichos del Cementerio de San Jaime puede que sea una premonición de lo que se nos avecina y algunos ya vamos vaticinando con asiduidad en esta bendita ciudad. Por esta vez acerté cuanto dije en mi anterior artículo de opinión sobre la Operación “Yo me lo guiso… yo me lo como”, como bien recordarán Ustedes. La operación está vigente y en buena lógica el tufillo del guiso consiguió mosquearme como estaba previsto. El guiso no lo probé, tratando de evitar así las molestias digestivas. No lo probé porque sabía que ni triturándolo con una licuadora hubiera podido deglutirlo.
Previamente al “guiso” hubo un aperitivo a cargo del ex-vicepresidente del Consejo Vecinal de Benidorm, celebrado el pasado día 10 de julio, que realimentó su ego con la degustación de la tapa del Defensor del Ciudadano, acompañándolo con el caldo fino del “Corachán no entiende” (dando la impresión de que he perdido a estas alturas el intelecto o la capacidad mental) . Vamos a ver, yo nunca me he opuesto a la creación del DdC, es mas estoy convencido de que hace falta su existencia y consecuente intervención, pero exijo que su creación lo sea por la vía legal, por el procedimiento adecuado y previsto, no por la puerta de atrás. Las medallas se ganan, no se buscan. La propuesta debe partir del Presidente.
En otro punto del Orden del Día se trató sobre el Plan Estratégico de Participación Ciudadana 2017/2020 (llevamos dos años perdidos) y el mismo consejero volvió a intervenir argumentando su teoría sobre la representatividad de los consejeros en el Consejo Vecinal, que según él, debe estar en función del número de socios de cada asociación vecinal. Su tesis sería válida siempre y cuando reformáramos la ley de Asociaciones, complementándola con un Reglamento, es decir, fijando un número mínimo de socios por consejero, lo cual nos llevaría del número fijo de dos consejeros por asociación, vigente en estos momentos, a un número de consejeros por asociación que dependería del número de socios previamente fijado para conseguir un consejero; ello conllevaría el establecimiento de controles que dieran fe de su certeza y así seguiría un rosario de detalles peculiares que complicarían enormemente nuestra existencia y operatividad.
La ley Orgánica 1/2002 de 22 de marzo, en su Capítulo II, Artículo n.º 5 dice textualmente:
- Las asociaciones se constituyen mediante acuerdo de tres o más personas físicas o jurídicas legalmente constituidas, que se comprometen a poner en común conocimientos, medios y actividades para conseguir unas finalidades lícitas, comunes, de interés general o particular, y se dotan de los Estatutos que rigen el funcionamiento de la asociación.
En ningún otro artículo vuelve a mencionarse o exigirse un numerus clausus de socios, por lo que considero que tratar de vincular el número de asociados al futuro Plan Estratégico de Participación Ciudadana, semeja mas a un movimiento podemista que a una realidad democrática, según la cual habría que proponer a nivel del Congreso y Senado un cambio de ley. En una palabra, tratar de convertir un Consejo Vecinal en un Congreso de consejeros nunca puede ser el objetivo de un plan estratégico de participación ciudadana, puede serlo en todo caso de un plan populista.
Cabe en lo posible que el problema en lugar de ser numerológico lo sea semasiológico en cuyo caso habrá que tratarlo en el seno de la Real Academia de la Lengua Española, no en el Consejo Vecinal de Benidorm. Por cierto si de verdad lo que le preocupa a este consejero es el número de personas que pueden y deben opinar sobre los temas de nuestro municipio, preocúpese tras leer detenidamente el Reglamento de Participación Ciudadana, de la creación del Consejo de Ciudad, del que no solamente formarían parte las Asociaciones Vecinales, sino muchas mas entidades sociales que básicamente tienen el mismo derecho a dar su opinión que nosotros. Las Asociaciones culturales, deportivas, de comerciantes, de profesionales, religiosas, de la tercera edad, etc., han estado y están hasta el momento privadas en nuestro Ayuntamiento de su derecho a la Participación Ciudadana no sabemos por qué razón. Para mí esto es mucho mas importante y perentorio que el problema volumétrico-podemista que el consejero apunta.
Pasado el aperitivo y los caldos destilados (EDUSI) llegamos el entrante , nos situamos de lleno en el plato fuerte del Menú del Día: “El guiso”. El portavoz del equipo de gobierno Sra. Caselles contesta a mi pregunta en dos escasos minutos fijando su atención en el guión, la pésima acústica del salón ayudada por un equipo obsoleto de megafonía consiguieron que me enterara con no poco esfuerzo auditivo por mi parte, de que un procedimiento judicial había sido archivado y que el terreno de los 116.40 m² era parte de un sobrante de viales.
Es decir, si un concejal y un funcionario han dado versiones contradictorias sobre un presunto fraude: “no coment”.
Como la venta ha sido de un “sobrante”… sobran las explicaciones.
Si la inscripción del Registro no coincide con la realidad, es problema del Registro.
Resumiendo, si somos tontos… ¿yo que voy de listo? ¡Listos los justos!, y siempre y cuando sean simpatizantes o afiliados, si no a callar que dentro de cuatro días habrá de nuevo votaciones y la vida de algunos políticos es eso, sumar cuatro, mas cuatro, mas cuatro… y el ritmo no puede perderse por culpa de un presunto enteradillo de pueblo.
La enajenación de bienes inmuebles por parte de un Ayuntamiento, exige bajo pena de nulidad, el previo acuerdo del Ayuntamiento con la firma del Secretario, acto no mencionado por el portavoz sobre el «Caso Burguer King» de la Avenida Jaime I de Benidorm. Nada nos dice sobre si la venta lo fue por pública subasta o por designación directa del Alcalde. Olvida dar explicación alguna sobre la intervención del Registrador y la regularización de la inscripción. Sigue, continúa, permanece la falta de transparencia y obligada claridad que debe presidir toda actuación pública. Y lo siento pero no me trago el guiso ni ayudándome con agua, con la licuadora, o con el termo-mix, ni tan siquiera puedo deglutirlo usando previamente el mazo de un mortero. Me obligan a buscar el revulsivo al oscurantismo y a las contradicciones. Terminaré mas pronto o mas tarde con los impertinentes mosqueos, evitando de esa forma el atrabilis que me genera “El guiso” permanente establecido.
José Antonio Corachán Marzal