La suspensión del «clásico» Barcelona-Real Madrid delata a un gobierno suicida

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Que Cataluña se está suicidando no lo discute nadie. Que tenemos un gobierno infame incapaz de reaccionar ante los acontecimientos, tampoco lo discute nadie. Y que lo que está sucediendo nos está arrastrando a todos al abismo, tampoco es discutible.

La imagen que España está proyectando al mundo por falta de agallas en nuestro gobierno nos va a pasar una factura que tardaremos mucho en pagar. Estamos poniendo en peligro cientos de miles de puestos de trabajo de varios gremios, sobre todo entre los agricultores, que ven como sus productos perecederos no pueden atravesar en tiempo y forma las autopistas de Cataluña para llevar hasta Europa sus cultivos. Muchos ven la ruina en la puerta de su casa si esto no se ataja ya mismo.

Hoy hemos visto cancelaciones de cruceros que dejaban siempre millones de euros en los comercios de Barcelona, estamos viendo el sinsentido y cobardía entre los docentes anulando clases en colegios, institutos y universidades. Seat ha anunciado que suspende su producción de automóviles, cosa inédita y muy peligrosa. A todo ello hemos de sumar los daños del mobiliario urbano y en comercios y vehículos por las algaradas que han incendiado las principales ciudades y pueblos de Cataluña. Y todo con un presidente de la Generalitat que lejos de pedir calma, pide más guerra, anuncia la continuidad en su camino independentista, y no hay arrepentimiento que valga tras la sentencia que conocimos el pasado lunes.

¿De qué sirve que la Ley de Leyes, la Constitución, tenga mecanismos para atajar este sinsentido de cuajo, sin dilaciones ni refriegas políticas?

El mundo entero mira atónita a España. No entienden lo que está pasando porque es un proceso de autodestrucción difícil de comprender fuera de nuestras fronteras. El gobierno, a través de videos hablados en inglés por sus ministros, han vendido al mundo que aquí no pasa nada. Pero es difícil creer a esta ganadería de políticos irresponsables cuando precisamente ese gobierno que dice que no pasa nada, ha presionado para suspender la celebración del «clásico» el próximo 26 de octubre.

Todos sabemos que un Barcelona-Real Madrid es uno de los partidos esperados en los cinco continentes. Su suspensión anula por completo la teoría y la palabra de un gobierno encabezado por un Pedro Sánchez que anoche demostró en su comparecencia televisiva en «prime time», que no sabe hacer la O con un canuto. No tiene ni idea de qué hacer ante la gravísima situación que vive España y en concreto Cataluña.

La suspensión del partido va más allá que unos contenedores incendiados en las calles de Barcelona. La suspensión del Barcelona-Real Madrid es una gran pancarta al mundo donde decimos claro y alto que en España vivimos momentos complicados, pero por encima de todo estamos diciendo al mundo que en España tenemos a políticos incompetentes e irresponsables que este pueblo no merece.

La primer y única posibilidad real de acabar con esta situación la tenemos el próximo 10 de noviembre. Quién le iba a decir a Pedro Sánchez que iba a tener que suspender un «clásico» del fútbol español, y que su aplazamiento supondrá que lo tendrá que ver desde su bancada en la oposición, porque este presidente y su partido no puede obtener apoyo del pueblo, porque el pueblo ha quedado desamparado por él y los suyos. Y eso, queridos amigos de Agencia6, no puede tener premio en las urnas.

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