El 1 de octubre de 2024, Irán llevó a cabo un ataque masivo contra Israel, lanzando 181 misiles balísticos desde su territorio. Este bombardeo, que tuvo como objetivo ciudades clave como Tel Aviv y Jerusalén, provocó que las sirenas de alerta sonaran por todo el país, obligando a millones de personas a refugiarse en búnkeres antiaéreos. Dos terroristas abrieron fuego en una conocida calle. Antes de ser neutralizados, lograron matar a ocho civiles.
A pesar de que el sistema de defensa aérea israelí interceptó la mayoría de los misiles, algunos lograron impactar en áreas pobladas. Un palestino en Jericó perdió la vida y tres personas resultaron heridas en el norte de Tel Aviv. La respuesta israelí fue rápida: el primer ministro Benjamín Netanyahu advirtió que Irán «ha cometido un grave error» y aseguró que la nación persa «pagará un precio alto» por este ataque.
Este evento sigue a una serie de enfrentamientos previos entre ambas naciones, incluyendo la reciente operación israelí en Líbano que resultó en la muerte de líderes de Hamas y Hezbollah. El ataque de Irán fue descrito como una represalia por esos hechos, y la Guardia Revolucionaria iraní emitió una advertencia a Israel de que cualquier represalia será respondida con mayor fuerza.
Estados Unidos ha mostrado su apoyo a Israel, con el Pentágono asegurando que aumentará su presencia militar en la región para proporcionar defensa adicional. Mientras tanto, el gobierno israelí ha ordenado que los ciudadanos mantengan la calma y sigan las instrucciones del Comando del Frente Interno, en previsión de posibles nuevos ataques.
Este suceso marca un nuevo punto de tensión en el ya volátil escenario de Oriente Medio, y existe el riesgo de que la situación se agrave si no se logra una solución diplomática en los próximos días.