España necesita enviar al paro a casi todos sus políticos

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Es difícil poder concentrar en unas líneas lo que uno siente al observar lo que sucede en España en los último tiempos, donde una noticia que se conozca mientras uno desayuna se queda vieja cuando toma el café de las cinco de la tarde. Lo peor es que cada vez la «bola de nieve» es más grande y se acerca hacia nosotros con el fin de arrastrarnos hacia el fango y la miseria.

Hace poco más de dos años, un presidente que se llamaba Mariano Rajoy, del PP, o al menos eso decía, entregó como «camarada» el poder a sus presuntos enemigos en aquella infame tarde donde un bolso ocupó su escaño porque el buen caballero se marchó a beberse una destilería y el agua de los floreros de un restaurante próximo a Las Cortes.

Aquel episodio sórdido nos ha conducido a esta situación calamitosa, por lo que yo tengo claro que el culpable, la génesis del caos que empieza a imperar, es culpa exclusivamente del PP y Mariano Rajoy, quien no sólo no dimitió y cedió el paso a otros de su partido, sino que tampoco hizo uso de sus poderes para disolver Las Cortes y convocar elecciones anticipadas, que hubiese sido lo suyo.

Luego vino lo que vino. Un personaje con síntomas de no andar bien de la cabeza, y que en dos años ha sido incapaz de aprobar unos presupuestos, ha convocado dos elecciones generales, ha mentido como nunca en lo político, en lo académico, en lo moral, en lo personal, en sensatez, etc…y ha sido capaz de decir al pueblo español una cosa y hacer la contraria en cuestión de horas. Y nada ha sucedido.

Ahora, quienes están repletos de la llamada «mierda» de la corrupción, como estamos viendo en las últimas semanas desde la extrema izquierda comunista, auspiciados por un PSOE condenado por el mayor robo de fondos públicos de la historia de Europa, han propiciado que la persona que construyó una España libre y democrática para, entre otras cosas, que ellos hayan podido llegar a tener un escaño en el Congreso de los Diputados y en La Moncloa, el Rey Don Juan Carlos I, tenga que marcharse de España sin haber sido condenado tan siquiera, ni tampoco haberse sentado en un banquillo como sí lo han hecho socialistas y comunistas.

Pero si ya me descolocó la pasividad de los españoles ante las mentiras de un presidente arrogante, chulo y prepotente, con acciones como profanar la tumba del anterior Jefe del Estado, Francisco Franco, y por supuesto con las mentiras de un gobierno durante la pandemia, hasta el punto de habernos dicho que actuaban en nombre de un «Comité de Expertos» que ahora ha resultado ser inexistente, lo que me irrita es ver al actual Jefe del Estado permitir que su padre tenga que marcharse de España con la hoja de servicios que puede demostrar que ha realizado construyendo un gran país, que es justo lo contrario de lo que andan haciendo otros en estos momentos. Eso ya me ha sacado de mis casillas y me hace pensar que nos quieren volver locos a todos.

Y a todo esto, gobierno y oposición andan chapoteando para manipular y repartirse los altos cargos judiciales, no hacen nada por evitar la invasión que no llega a través del mar, dejando nuestros pueblos sin guardias civiles y policías que tienen que acudir en su auxilio, mientras además se prometen ayudas y pagas a los que pisan tierra española, mientras los que hemos construido España nos niegan el pan y la sal, no tenemos derecho a nada. Por prohibirnos, siendo una democracia gracias a Don Juan Carlos I, nos han censurado nuestra libertad de expresión en las redes sociales, algo incomprensible que también ha sido acogida con «pasividad» por una sociedad aborregada que muestra una incapacidad de reacción muy preocupante.

Futuras generaciones tendrán que reflexionar y analizar cómo ha sido posible que nos hayan tenido cien días encerrados en casa en base a criterios de un Comité de Expertos inexistente, con tal de evitar la expansión del coronavirus, y ahora se permita la entrada de gente contagiada sin ningún tipo de control.

¿Estamos locos, de verdad esta es la España que queremos? ¿Vamos a seguir calladitos?. Yo admito que el actual gobierno tenga sus ideas, su «hoja de ruta», e intenten implantarla. Lo que no admito es no tener oposición ni en la calle, ni en los alcaldes, ni en los ediles, ni en los diputados provinciales, ni en los diputados autonómicos, ni en los diputados del Congreso, ni en los senadores de la Cámara Alta.

Digo esto, y ya termino, porque ayer día 3 de agosto, se autorizó que el Estado se apodere de los fondos sobrantes en las arcas de los 8.116 ayuntamientos españoles, y no he visto movimientos en defensa de aquellos consistorios que hicieron bien las cosas y tenían sus fondos guardados por lo que pueda o pudiese pasar. «Papá Estado», en lugar de aportar, resulta que quiere que le aportemos y ayudemos. ¿Tan mal estamos y nos lo ocultan?Lo terrible de esta situación caótica, que es visible a simple vista y sin ser un experto, es que han empezado a cortar el jamón, y ya se sabe que cuando uno le encuentra gustillo a la cosa, no para hasta dar con el hueso. Es decir, que la pasividad de esta sociedad está dando pie a que cualquier día se pueda llegar a expropiar o confiscar bienes o fondos particulares, al estilo venezolano que todos hemos visto en televisión, y ya será tarde.

Entonces muchos abrirán los ojos de golpe cuando vean que su dinero y sus bienes ya son de otros por orden de un gobierno socialcomunista al que, hoy por hoy, todos parecen conceder bula y todos perdonan todas sus tropelías

No me gusta el gobierno que tenemos, ilegítimo porque los votos conseguidos fueron logrados a base de mentiras en una campaña electoral, aunque sea legal porque los pactos los permite la Ley. Tampoco me gusta la oposición, donde la corrupción también campa a sus anchas y parecen acomplejados ante un gobierno que no se sostendría en cualquier otro país de Europa ni cinco minutos.

Llevo muchos años advirtiendo dónde está la clave de todo esto, y es en la Ley Electoral. Si por imperativo legal, nadie pudiese estar más de ocho o doce años en un cargo público a lo largo de su vida, ahora mismo casi todos los actores de esta película de terror estarían en la empresa privada o en el paro, que es donde merecen estar. Y un país que regenera a sus políticos es un país que tiene presente, pero sobre todo tiene futuro, algo que en España, en este momento, es más negro que un tizón.

Feliz martes!

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