El PSOE no está dispuesto a negociar con Unidas Podemos un Gobierno de coalición y solo se abre a hablar de propuestas del documento de 300 medidas que presentará la semana que viene. Por su parte, los de Pablo Iglesias insisten en entrar en el Gobierno, aunque en el entorno del líder morado se empieza a dar vueltas a alguna idea para evitar la repetición electoral, la opción que aparecía este jueves como la más probable en el Pleno extraordinario del Congreso que ha vuelto a reunir a los 350 diputados para escuchar las explicaciones de la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, sobre la gestión de la crisis migratoria por el último rescate del Open Arms.
El Pleno del Congreso ha vuelto a reunirse desde la última vez, cuando en julio fracasó la primera sesión de investidura. Con sus señorías más bronceados en la forma, en el fondo la situación ha cambiado poco. Unidas Podemos insiste en que debe haber un Gobierno de coalición y el PSOE se mantiene en el rechazo a una opción que cree que caducó con el fracaso de la primera investidura, el 25 de julio.
Tras un mes de reproches mutuos a través de las redes sociales, la ruptura entre PSOE y Unidas Podemos ha quedado más clara aún a lo largo de la comparecencia extraordinaria de Calvo en la que el partido morado tuvo un papel fundamental. Suya fue la petición y a ellos se sumaron los votos de PP y Ciudadanos para que pudiera salir adelante. «¿Qué querían, darnos luna lección?», ha preguntado a la bancada morada el portavoz adjunto del PSOE, Rafael Simancas. «Lo que hemos aprendido es que no son de fiar», ha continuado y ha advertido de que «no se puede aspirar a formar parte del Gobierno de un Estado de Derecho sin exigir a todo el mundo el cumplimiento de la ley».
Además de las diferencias sobre el Open Arms, Simancas también ha sacado punta a las divergencias en torno a la reciente cumbre del G-7 en Biarritz. «No se puede aspirar a formar parte de un Gobierno cuyo presidenta va al G-7 a defender los intereses de España y manifestarse en contra de la cumbre».
Sin embargo, la parálisis no es total en el PSOE y Unidas Podemos. Van por caminos opuestos, aunque en última instancia podrían confluir en evitar las elecciones, más por acción de Podemos que de los socialistas. A Sánchez se le atribuye estar ya preparando la campaña electoral de cara a los comicios que se serían el 10 de noviembre, con un primer acto, el martes de la semana que viene con la presentación en un acto público de un nuevo programa de 300 medidas . Ante tal eventualidad, Iglesias ya ha empezado a escuchar en su entorno más cercano que habría que buscar una forma de evitar unas elecciones que los morados creen seguro que darán como resultado un gobierno del PP, Ciudadanos y Vox.
Por el momento es una posibilidad que el líder morado no quiere entrar a valorar pero que podría estar encaminada a evitar elecciones invistiendo a Sánchez sin aceptar tampoco el acuerdo programático que ofrece el socialista y que desde el punto de Podemos les ataría las manos para hacer oposición. Si en el entorno de Iglesias hay quien cree que no debería entrarse a negociar un acuerdo programático con el PSOE, los socialistas se niegan a negociar de plano con Podemos otra cosa que no sea un programa, tal y como apuntaban este jueves fuentes del Gobierno. Insisten en que no hay nada que negociar con Podemos, a quienes, sin embargo, Sánchez y el grupo parlamentario socialista han vuelto a pedir que «facilite» la investidura.
De momento, Iglesias ha dejado clara su postura a primera hora del día, en una entrevista en la que ha planteado que si no hay coalición, el presidente en funciones, Pedro Sánchez, será el único responsable de que haya nuevas elecciones. Como concesión, se ha ofrecido a aceptar una oferta muy parecida a la que rechazó en el mes de julio, con una vicepresidencia y tres ministerios, que en este caso deberían «tener contenido», apuntan en Unidas Podemos, y a la que deberían sumarse las competencias en políticas activas de empleo, la últimísima oferta que le lanzó a Sánchez desde la tribuna de oradores del Congreso el 25 de julio, poco antes de que con su abstención Unidas Podemos hiciera fracasar la investidura.
Horas después, Sánchez se ha encargado de evidenciar que ya no escucha las reclamaciones de Iglesias. Poco antes, el presidente en funciones había decidido asistir al Pleno extraordinario en el Congreso, un plan que no figuraba en su agenda este miércoles. Casi por sorpresa, a su llegada a la Cámara se ha parado para hacer declaraciones a la prensa. No ha hablado de la insistencia de Iglesias en la coalición, sino que ha pedido a «todos los grupos» que apoyen su investidura antes de la fecha límite, el 23 de septiembre. Si no hay nuevo presidente ese día, las Cortes se disolverán automáticamente y habrá elecciones el 10 de noviembre.
Aunque el PSOE volvía a llamar «socio preferente» a Podemos, Sánchez ha ignorado las reclamaciones de Iglesias, su oferta para una coalición donde se quedó en julio, y de forma genérica ha buscado el apoyo de «todos los partidos», particularmente del PP, Ciudadanos y Unidas Podemos, por acción u omisión, para que pueda haber un «Gobierno del PSOE, progresista, que no dependa de las fuerzas independentistas». Esta es la misma fórmula que empleaba ya antes del intento fallido de investidura de julio, un elemento más que no ha variado con la pausa veraniega.
Tampoco la estupefacción del PNV por no haber recibido aún ninguna llamada del PSOE, que todavía no se ha producido desde que el «27 de julio» Ábalos dijo que les llamaría. «Que querían reunirse con nosotros y luego no hemos sabido nada más. Que nos llamarían, pero nadie ha llamado. ¡Y la semana siguiente tampoco llamó nadie!», ha indicado el portavoz de los nacionalistas vascos, Aitor Esteban, perplejo al enterarse por la prensa de que Sánchez tiene previsto ir la semana que viene a Euskadi para reunirse con el presidente del PNV, Andoni Ortúzar.
Será la primera de una nueva ronda de reuniones que Sánchez quiere hacer con los grupos parlamentarios y que en el Congreso este jueves se consideraba una nueva forma de dejar pasar el tiempo hasta la convocatoria automática de elecciones. Hasta la semana siguiente, la del 9 de septiembre, no tiene previsto llamar a los líderes del PP, de Ciudadanos y de Unidas Podemos. Dejando a un lado que Albert Rivera volverá a rechazar la cita y que en el PP ya ven con malos ojos que el presidente en funciones dé por hecha una nueva reunión con Pablo Casado, los de Iglesias también critican una nueva ronda cuando tienen claro que el PSOE lo que quiere es ir a elecciones.
Después, aún quedará que el rey considere que hay un acuerdo forjado lo suficiente como para que él vuelva a convocar a una ronda de consultas para designar de nuevo a Sánchez como candidato a la investidura. Así irá pasando el tiempo y se verá si entre unos y otros son capaces de evitar unas nuevas elecciones, una posibilidad lejana hoy en el Congreso. Allí, los portavoces de Compromís y ERC han llamado a la «responsabilidad» para evitar unas elecciones en las que, como antes de agosto, Gabriel Rufián ha reiterado que es «la izquierda la que va a palmar».