El ministro del Interior recurre a pretextos ridículos ante la evidencia, denunciada por la AUGC, del alarmante número de contagios por el coronavirus entre guardias civiles

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La AUGC muestra su estupor e indignación ante las declaraciones efectuadas por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. La organización denunció hace días, que los casos de contagio por coronavirus se duplican a las de los policías nacionales y locales. Marlaska lo atribuye como posible causa a que los trabajadores de la Benemérita tienen “una convivencia mayor” en los pabellones o viviendas oficiales.

Da la impresión de que el Ministro, que asegura haber encargado un informe al respecto, sólo ha podido acogerse a un pretexto absolutamente ridículo para tratar de eludir su responsabilidad. Y no será porque desde la AUGC no se le advirtió reiteradamente del problema existente en la Guardia Civil: con carencia generalizada de medios de protección y alarmante falta de medidas organizativas que frenaran la escalada de contagios.

Sin embargo, tanto desde Interior como desde la Dirección General se hizo caso omiso a todas sus advertencias. Y no solo esto, sino que la propia Guardia Civil llegó a citar una información de la AUGC entre los bulos emitidos para desestabilizar a las instituciones.

Por desgracia, las cifras han demostrado que las denuncias de la AUGC eran más que fundadas. Y ahora, ante la flagrante y escandalosa evidencia, Grande-Marlaska escurre el bulto con una simpleza impropia de un ministro del Interior.

No, señor Marlaska, si la pandemia ha duplicado los contagios entre guardias civiles no es por su convivencia en los pabellones, sino porque no se han tomado las medidas organizativas adecuadas, realizando turnos adaptados para evitar los contagios. No se ha minimizado el contacto entre agentes mediante la creación de grupos estancos, como sí se ha hecho en otros cuerpos policiales. No se les ha querido escuchar, ellos sabrán por qué razón o atendiendo a qué intereses.

Las consecuencias son claras: un cuerpo de seguridad pública diezmado y con casi 1.500 trabajadores contagiados a fecha de 14 de abril, el doble que policías nacionales y locales. Son el resultado, una vez más, de la falta de transparencia en el Cuerpo. De la pervivencia de un Generalato arcaico, ajeno a los riesgos laborales de sus agentes y a la labor indispensable de interlocución de las asociaciones profesionales. Son, además, una nueva evidencia de que es urgente abrir las puertas y las ventanas en la Guardia Civil, para que se convierta de una vez por todas en un cuerpo de seguridad pública moderno y democrático, en el que sus profesionales puedan contar con los mismos derechos que el resto de sus convecinos, como el de sindicación, algo que redundaría en el propio servicio que se presta a los ciudadanos.

La AUGC es la decana de las asociaciones profesionales y la mayoritaria en el Consejo de la Guardia Civil. Cuenta con representación en todo el territorio español, en cada una de las unidades y especialidades del Cuerpo y viene liderando el movimiento asociativo desde la llegada de la democracia, cuando nació como un sindicato clandestino. Su lucha por la democratización de la institución le valió en 2010 el Premio Nacional de Derechos Humanos que concede la Asociación Pro Derechos Humanos de España (apdhe).

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