- «El que quiere ser infiel busca la manera»
En Gleeden tienen preparada la respuesta tipo para la acusación tipo: «Promovéis la infidelidad». Se definen como «el primer sitio para encuentros extraconyugales pensado por mujeres» y no hacen más que crecer, así que algo saben del tema. Por si su propia experiencia no fuera suficiente, han decidido encargar al prestigioso Instituto Francés de Opinión Pública Ifop un estudio objetivo y de él se extrae, de entrada, una cruda afirmación: el 30% de las mujeres españolas ha sido infiel en algún momento de su vida, el 14% a su actual pareja; lo ha sido y lo reconoce, añadimos. Son dos puntos más que en 2014; la cosa va en aumento.
Si hace una década el de la infidelidad era un negocio principalmente masculino, los últimos años han venido cambiando la tendencia. «Sí, cada vez hay más mujeres infieles», confirma Francisca Molero, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología FESS. Por su consulta han pasado, desde hace más de 20 años, parejas de todo tipo con los problemas más variopintos. Eso sí, matiza: «El concepto de infidelidad tiene connotaciones diferentes».
El Observatorio Europeo de la Infidelidad inspirado por Gleeden se ha elaborado en base a 5.000 entrevistas por cuestionario online a mujeres europeas -1.000 a mujeres españolas- con una muestra representativa en base a su edad, su profesión y su estado civil. Y todo arranca, precisamente, con una aclaración sobre el concepto de infidelidad. Distingue la encuesta tres tipos: la psíquica, que consiste en fantasear con otra persona; la física, que consiste en mantener relaciones sexuales o besar a otra persona; la virtual, que versa sobre el sexting y el flirteo vía mensajería instantánea. Y ojo, que no todo es lo que parece y en España somos bastante estrictas en lo que a fidelidad se refiere.
MÁS ORGANIZADAS, MÁS DIFÍCILES DE PILLAR
Para la mitad de las españolas, que su pareja haya hecho el amor con ellas pensando en otra sí constituye una infidelidad, aunque no sería motivo de ruptura; para el 34% serían cuernos incluso soñar que se hace el amor con alguien que no es la pareja. Nos rasgamos también las vestiduras con el flirteo online, aunque menos que nuestras homólogas europeas: un 45% es comprensiva si su chico sigue «periódicamente» la cuenta de una ex en redes sociales y una de cada tres pensaría que que él intercambiara mensajes y fotos picantes con otra no es una traición a su pareja.
Esto último, el sexting, es un problema frecuente en la consulta de Molero, y sí, duele igual o más que unos cuernos, digamos, clásicos. «Es más difícil pillar a una mujer que a un hombre porque nosotras somos más organizadas», explica, así que su experiencia va más hacia una mujer que pilla a un hombre coqueteando por Whatsapp: «Lo viven realmente como una infidelidad con todo el dolor que conlleva sentirse traicionada».
Al 77% de las españolas les sigue chocando más que sea la mujer la que haya traicionado a su pareja, pero ojo, que hay dos situaciones concretas en las que les sorprendería más que el infiel fuera él: que el otro miembro de la pareja haya engordado mucho o que no quiera tener relaciones sexuales. Porque en cuestión de motivaciones para la infidelidad, las mujeres infieles están rompiendo estereotipos: se acabó lo de que ellos buscan sexo y ellas amor. La mitad de las mujeres españolas que han sido infieles a sus parejas pasaron a la acción motivadas por una atracción física o sexual. Suman nueve puntos más que las que se enamoraron de otro.
Explica la sexóloga que una relación se basa en tres pilares: la atracción, la intimidad emocional y un proyecto de futuro. «A veces, aunque el resto funcione no queda cubierta una actividad sexual satisfactoria», dice, «y hay mujeres que quieren conservar lo demás pero buscan fuera lo que les falta». Apunta aquí Molero a un fenómeno simultáneo que quizá pueda explicar el crecimiento de la infidelidad femenina: los hombres cada vez tienen un deseo sexual más bajo.
«Los roles sexuales y de género se van acercando, aunque aún no sean igualitarios, y las cosas que afectaban antes a las mujeres afectan ahora también a los hombres», explica. Se refiere al reparto de las tareas domésticas o a la crianza de los hijos, con el cansancio que conllevan, y también a una educación sexual pornográfica que genera un cierto estrés y puede disminuir la frecuencia de las relaciones sexuales. «Entramos en un círculo vicioso complejo», dice, «y en muchos casos la mujer dice: estoy bien con él pero no tengo la actividad sexual que quiero, así que la tengo fuera«.
¿ES PONER LOS CUERNOS UNA FORMA DE EMPODERAMIENTO?
El cambio más llamativo en las mujeres se da, pues, en el tipo de infidelidad: «Con su amante, las mujeres buscan cada vez más tener una relación sexual pero no una relación de pareja que les incordie o que interrumpa su vida». El giro en la tendencia lo viene viendo la sexóloga desde el cambio de siglo, momento también en que empezaron a flexibilizarse las relaciones de pareja: «Encuentras parejas con desajuste de frecuencia: antes los hombres siempre se quejaban de que ellas no querían, ahora muchas mujeres aseguran que él tiene menos deseo. Aquí se puede hablar abrir la relación; aunque cuidado, que una cosa son los acuerdos teóricos y otra los sentimientos y las emociones en la práctica».
Tenemos pues hombres menos activos sexualmente y mujeres con menos fobia al sexo casual. En Gleeden tienen claras sus conclusiones: su app va dirigida a mujeres empoderadas, y así justifican los datos de su Observatorio: el resurgir del movimiento feminista ha eliminado el tabú de la infidelidad femenina. Ellas se sienten más libres de engañar. No en vano, Gleeden cumple 10 años con 700.000 usuarios en España. El 40% son ya mujeres.
«Eso es retorcer mucho el discurso», niega la mayor Francisca Molero, «la infidelidad puede dar placer o satisfacción, pero muchas veces saca a la luz que las cosas no acaban de funcionar». Y subraya: «Empoderarse sería dialogar, dejar las cosas claras, no engañar a tu pareja».
TREINTAÑERA, URBANITA Y DE IZQUIERDAS
El perfil de la infiel española es el de una mujer en la treintena, urbana y con un nivel medio de estudios y de izquierdas que se considera «bastante guapa», «mucho más» que su cónyuge, y ha tenido más de 10 parejas sexuales a lo largo de su vida. Además, en el reparto de tareas en el hogar suele ser quien menos hace, ha utilizado apps para ligar en los últimos tres meses y encuentra a sus amantes en el círculo cercano, sobre todo en el trabajo. Ah, el 61% de las infieles no se arrepiente de haberlo sido.
Fantaseamos con ser infieles más de lo que pasamos a la acción. Quizá por eso somos también, en relación a nuestras pares europeas, las que más hemos soñado con acostarnos con otro o nos hemos masturbado pensado en un ex.
En un estudio similar elaborado también por Gleeden en 2014, un 78% de los hombres españoles manifestaba que creía posible ser fiel a la misma persona toda la vida. Entre las mujeres, la fe crecía hasta el 84%. No había una gran variación entre franjas de edad, pero sí era curioso ver que creían más en la fidelidad las personas que siempre han sido solteras o que han tenido pareja pero no han convivido que aquellas que han vivido con alguien. Eso respecto a la fidelidad propia, porque uno de cada tres encuestados estaba seguro de que le habían puesto los cuernos en algún momento.
¿Y si nos aseguraran total discreción? En aquella encuesta se planteaba también qué haríamos si se eliminara de la ecuación la posibilidad de que nos pillaran: un 42% de los hombres españoles sería infiel a su pareja, frente a sólo un 20% de las mujeres. Esta vez no lo preguntan pero todo parece indicar que la diferencia se irá reduciendo.
hace falta un holocausto