Juego disponible en formato físico y digital para PlayStation 4, PlayStation 5, Steam, Xbox One, Xbox Series X/S, Nintendo Switch y Nintendo Switch 2.
Juego analizado en Xbox Series X/S.
Tasier Games siempre nos han hecho creer que hay mundos que parecen soñados… pero no de esos sueños tranquilos, sino de los que despiertas sudando, sin entender del todo lo que viste. Esta ocasión es Supermassive Games los encargados en contarnos que Little Nightmares siempre ha habitado ahí: en la frontera entre la inocencia y el horror, en ese rincón donde lo cotidiano se tuerce, y los objetos cobran vida con una intención oscura.
Con Little Nightmares III, la pesadilla continúa. Pero esta vez, no la soñamos solos.
El eco de una historia sin palabras
Desde su primer título, Little Nightmares nos enseñó que no hacían falta diálogos para contar algo profundo. Six, aquella niña con un chubasquero amarillo, nos hizo recorrer un mundo podrido desde las entrañas de Maw, mientras todo parecía devorarse a sí mismo. En la secuela, Little Nightmares II, Mono nos llevó más allá de ese encierro, hacia ciudades distorsionadas por la televisión, donde la luz y el sonido eran armas de control.

Ahora, en esta tercera entrega, los protagonistas son otros: Low y Alone. Dos niños perdidos en un lugar llamado La Espiral, un mundo lleno de ilusiones que parece devorarse desde adentro, igual que los anteriores juegos, pero con un matiz distinto: el de la compañía. Por primera vez en la saga, Little Nightmares permite jugar acompañado. Y eso cambia más de lo que parece. Gracias al Pase de Amigo, los jugadores podrán invitar a un acompañante para escapar juntos de la Espiral.

Lo nuevo y lo que regresa
La esencia de Little Nightmares sigue intacta: avanzar a través de escenarios retorcidos, resolver pequeños acertijos, esconderse de criaturas imposibles y huir de lo inevitable, pero en esta ocasión ahora la estructura se construye en torno a la cooperación. Cada protagonista tiene su herramienta: Low empuña un arco que permite accionar mecanismos o distraer enemigos, mientras Alone lleva una llave inglesa, útil para romper, golpear o liberar caminos. Pero una vez elijamos a nuestro personaje ya no podremos cambiarlo, solo interactuar con el diciendo que venga o que ataque con su arma, aunque habrá momentos en los que actuará por su cuenta.
La novedad está en cómo esas habilidades se combinan. Hay momentos en que solo el trabajo conjunto abre paso y en que la confianza del otro se vuelven vitales. Y si decides jugar solo, la inteligencia artificial tomará el control del compañero, donde todo será más automático que si jugamos con un amigo o familiar. A veces funciona bien, otras… no tanto.

Los puzzles siguen teniendo esa mezcla de ingenio y terror cotidiano que caracteriza a la saga. Nada se explica del todo, nada se siente seguro. Las físicas, los sonidos, la iluminación, todo parece querer empujarte a seguir avanzando aunque no entiendas del todo el por qué.

Un mundo aún más retorcido
El mundi oscuro de La Espiral es el nuevo telón de fondo. No es una única localización, sino un conjunto de lugares dentro de un mismo laberinto: el parque de atracciones abandonado o los páramos donde la neblina parece tener vida propia. Cada zona tiene su propio tono, su criatura y su ritmo.
El apartado artístico es, una vez más, deslumbrante. No por su belleza tradicional, sino por su capacidad para incomodar. Little Nightmares III es un ejemplo perfecto de cómo el diseño visual puede ser narrativo: el color, la textura y el sonido cuentan en ocasiones más que cualquier diálogo.

Little Nightmares I fue la sorpresa: una experiencia corta, perturbadora y sin concesiones.
Little Nightmares II expandió el universo, mostró que había más allá y se atrevió con exteriores, con un ritmo más cinematográfico y un final que aún divide a los fans.
Little Nightmares III, en cambio, no busca tanto romper como refinar. Introduce el cooperativo, sí, pero en esencia sigue siendo el mismo sueño torcido. Lo puedes ver como una virtud manteniendo su identidad o como un síntoma de falta de evolución.

En lo técnico, se nota el cambio de estudio. Hay mejoras visuales evidentes: texturas más definidas, iluminación más dinámica o animaciones más expresivas. Pero también se percibe cierta “seguridad” en las decisiones. Supermassive no arriesga demasiado. Quizá sabían que jugar o experimentar con la fórmula podía romper todo su encanto.
Sin embargo, algo se pierde: la soledad. Esa sensación de estar completamente indefenso ante el mundo, que era el corazón del primero.
Aquí, al tener a otro personaje contigo, el miedo cambia de forma. Ya no es “yo contra el mundo”, sino “nosotros intentando no perdernos”.
No es peor… solo distinto. Menos angustiante, pero a su vez más seguro.

Cuando la banda sonora cala sin darte cuenta
La iluminación juega un papel clave. Las sombras parecen observarte, y los reflejos en el agua crean esa sensación de que nada es sólido. Es un juego que no solo se ve: se respira.
La música, discreta pero omnipresente, sigue esa línea. Supermassive Games mantiene la identidad sonora, pero añade una capa más ambiental, más envolvente. No hay melodías pegajosas, sino notas sueltas, ecos metálicos o ruidos que parecen venir de un lugar demasiado cercano.
CONCLUSIÓN:
Little Nightmares III es un buen sucesor que logra mantener la esencia de la saga. Tiene aciertos visibles: ambiente, diseño artístico, la novedad del cooperativo online, personajes con herramientas diferenciadas, un mundo inquietante y visualmente atractivo. Sin embargo, no logra romper del todo con lo establecido: varias mecánicas son continuistas, algunas oportunidades quedan medio aprovechadas y hay fragilidad respecto a duración, fluidez o narrativa.
Al final, Little Nightmares III no reinventa la pesadilla, pero la comparte.Y en esa compañía, en ese silencio compartido, hay algo profundamente humano. Quizá la saga no necesite cambiar para seguir fascinando… solo recordarnos que incluso en los sueños más oscuros, no siempre estamos solos.

Hemos realizado el análisis gracias a un código que nos ha proporcionado Bandai Namco.
✅ Lo bueno:
- Cuando Little Nightmares III brilla, lo hace con fuerza.
- Sus escenarios son una obra de arte. Cada plano parece pensado para ser recordado, cada criatura tiene su propia lógica enferma.
- El cooperativo, cuando funciona bien, ofrece momentos de tensión genuina, en los que coordinarse es tan importante como respirar.
- Y lo mejor: sigue siendo un juego que confía en el silencio. No te dice qué pensar, ni cómo sentir. Solo te empuja a caminar, y te deja descubrir por ti mismo qué hay al final del túnel.
❌ Lo malo:
- Pero no todo es perfecto. La inteligencia artificial del compañero puede romper la inmersión en momentos clave.
- Los controles, aunque mejores que antes, siguen teniendo ese punto impreciso en los saltos o la percepción de profundidad.
- Y el modo cooperativo online —única opción disponible— deja fuera a quienes soñaban con compartir la pesadilla en el mismo sofá.
- Además, su duración vuelve a ser corta: unas cinco horas. Intensas, sí, pero efímeras. Como un mal sueño del que despiertas demasiado pronto.
¿Para quién es este juego?
- Está hecho para quienes disfrutan del terror atmosférico, del misterio visual, de los juegos que hablan sin mencionar palabras.
- Para quienes quieren experimentar algo inquietante, pero bello.
- Y para los que creen que, a veces, compartir el miedo puede hacerlo un poco más soportable.
- Los que buscan una experiencia sensorial, emocional y algo triste.






