Altos cargos de Vox barajarían unirse a Olona y fundar un nuevo partido si Ortega Smith impone su criterio en las listas municipales

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A menos de un año vista, las elecciones municipales y autonómicas son inminentes y los partidos políticos se afanan en pulir sus listas seleccionando a aquellos nombres que, en teoría, les garanticen el mejor resultado en las urnas. Vox no es distinto y para evitar que, como ya pasara en 2019, una colección de candidatos desconocidos se lance a por el voto de los españoles, su portavoz Iván Espinosa ha prometido que «de aquí a Navidad esperamos tener por lo menos las cabezas de lista de las mayores poblaciones anunciadas». 

Decisión de una cúpula inaccesible

Desde que Vox eliminase las primarias para elegir a sus candidatos en 2019, su selección se realiza a dedo directamente por el CEN, siglas del Comité Ejecutivo Nacional. Este órgano ostenta el máximo poder de decisión del partido y aunque está presidido por Santiago Abascal, no es ningún secreto que Javier Ortega Smith es quien lo controla y dirige.

El CEN se compone tan solo de doce miembros y su hermetismo es total, estando reservado solo a los círculos más estrechos de Abascal, flanqueado por Víctor González Cohelo de Portugal como vicepresidente del Área Económica y por Enrique Cabanas de Vocal y a los del propios secretario general, Javier Ortega-Smith, en tándem con Jorge Buxadé, quien ejerce como Vicepresidente de Área Política. 

Ni siquiera algunos de los miembros más destacados del partido, como lo fue en su día Macarena Olona, forman parte de este exclusivo club, pues tal y como informó Vozpópuli, una de las causas que motivó la renuncia de la alicantina, fue su veto para formar parte del CEN.

Las dos almas de Vox

Vox se ha dividido en dos almas desde su creación. Por un lado, estaban aquellos que abogaban por una regeneración de la derecha abandonada por el PP, defendiendo los valores liberales y conservadores a los que Mariano Rajoy había renunciado, mientras que, por otro lado, ciertos grupos identitarios, o neo-fascistas se unieron a Vox en busca de unas nuevas siglas que maquillasen sus ideas radicales, libres de la mochila que ya arrastraban formaciones tradicionales de la extrema derecha como Falange o España 2000.

Vidal Quadras presidiendo Vox en sus albores como alternativa al PP (2015)

La guerra entre ambas facciones ha generado multitud de choques. Mientras que los partidarios del «nuevo PP» fundado por Alejo Vidal Quadras y abanderado por figuras como Olona o Iván Espinosa de los Monteros, siempre han creído que una dirección seria puede convertir a Vox en opción de gobierno, el ala extremista del partido, con los exfalangistas Ortega Smith y Buxade a la cabeza, han renunciado a cualquier aspiración al calor de la moqueta y el coche oficial, prefiriendo ser muleta de otras formaciones para no desgastarse en gobiernos y poder centrarse mientras las siglas lo resistan, en la mucho más fácil y lucrativa gestión de las subvenciones y chiringuitos públicos que les corresponden.

Esta dicotomía se saldó definitivamente en 2019 con una aplastante victoria del secretario general, mediante una reforma estatutaria (a la que se suman otras dos posteriores, aún más liberticidas), que ha convertido de facto al partido en su cortijo y a Abascal en su escudero. Las listas plagadas de amigos y familiares, las fallidas primarias, o la sangría de militantes fueron las consecuencias más notorias del cambio de rumbo, nefasto para las siglas, pero tremendamente favorable a los intereses personales de sus líderes, necesitados de un partido dócil.

Jorge Buxade, Vicepresidente del Área Política de VOX, en un campamento de la OJE (Juventudes falangistas) durante los años en los que aún lucía pelo

Guerra total

El aparato de Vox, con Javier Ortega como «poli malo» y Abascal de «poli bueno», pretende repetir la jugada para las municipales de 2023 y con toda probabilidad abstenerse en las generales, regalando la presidencia de la nación al PP.

Ante esta perspectiva cargos como Olona intentaron plantar cara al CEN y entrar en la ejecutiva para tener voz y voto en sus cada vez más incomprensibles decisiones, pretendiendo cambiar, si es que se podía, el decadente rumbo de Vox. Otros como Iván Espinosa, o su mujer Rocío Monasterio (ambos también fuera del CEN y por tanto del núcleo decisor del partido, pese a ser fundadores) han aguantado el tirón, consolándose con la portavocía del grupo o un patronato en la fundación Disenso, aunque sufriendo ataques y descréditos cada vez mayores por parte del aparato controlado por Ortega-Smith, con quien la relación se ha deteriorado hasta el punto de terminar en una sonada discusión a gritos en pleno IFEMA, e incluso forzar a la edil a inaugurar una nueva sede, para escapar del control del aparato.

Ortega Smith vigila de cerca a Monasterio durante la inauguración de la segunda sede del partido en Madrid

El horizonte de las municipales y autonómicas, sumado a los resultados andaluces y la salida de Olona han puesto de nuevo sobre la mesa las dos almas de Vox en el convencimiento de que, si el partido no enmienda su rumbo, las elecciones de 2023 marcarán el comienzo de su inevitable final y la muerte del proyecto, como ha sucedido con Ciudadanos.

Fuentes autorizadas aseguran que la familia Espinosa de los Monteros, así como otros cargos con proyección, como el joven diputado José María Figaredo, han condicionado su continuidad a la elaboración de las listas, presionando para que primen perfiles prestigiosos y la presencia de Monasterio al frente del ayuntamiento de la capital.

La hispano-cubana tiene en sus planes abandonar la comunidad de Madrid y presentarse por el ayuntamiento en el puesto que hoy ocupa Ortega Smith, que barajaba ser el cabeza de lista en Castilla La Mancha, sin embargo, el fracaso de Olona en Andalucía podría haberle hecho cambiar de opinión por lo que intentaría mantener su puesto a costa de la cabeza de Monasterio.

El futuro pasa por Macarena

La extraña salida de Macarena Olona y sobre todo sus indirectas a cerca de regresar a la política durante la peregrinación que este verano emprendió, rodeada de fieles que la acompañaron durante todas las etapas del Camino de Santiago, han alimentado los rumores de un posible regreso a Vox.

El propio Espinosa de los Monteros pareció reforzar esta teoría cuando afirmaba en rueda de prensa: «Macarena y nosotros nos volveremos a encontrar muy pronto cuando el momento sea oportuno».

Sin embargo, fuentes próximas a la exdiputada, apuntan a que se trata de una mala interpretación de las palabras de ambos, ya que, de imponerse el criterio y las listas de Ortega Smith, ese reencuentro podría darse muy pronto fuera de Vox y Macarena sudaría de nuevo «la camiseta publica» junto con algunos de sus antiguos compañeros, aunque bajo otras siglas que se presentarían en un acto en Andalucía (presumiblemente en Granada). Otros políticos de corte liberal, críticos con el sistema de partidos y procedentes de otras formaciones como Cs y muy especialmente del PP también formarían parte del evento.

Cayetana Álvarez de Toledo, escoltada en Ronda por parte de la cúpula de Vox (Sin Abascal) Fuente de la foto: Chic de libertad digital

La presencia de Espinosa de los Monteros y su mujer Roció Monasterio, acompañados de la polémica ex-portavoz popular Cayetana Álvarez de Toledo y escoltados por diputados «moderados» de Vox durante la corrida goyesca organizada en Ronda el pasado 4 de Septiembre, podría ser la primera manifestación pública de esta hoja de ruta, que de materializarse terminaría de hundir a Vox.

Para los que todavía duden, fuentes próximas apuntan: «Abascal y su mujer acudieron también a la corrida Goyesca de Ronda. Les reto a que encuentren una sola foto suya en compañía de Iván o Roció«

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