Según Wikipedia:
Gloria Martínez Ruiz (29 de enero de 1975 – vista por última vez el 30 de octubre de 1992) era una estudiante de Alicante de diecisiete años que desapareció en la madrugada del 30 de octubre de 1992 en la clínica psiquiátrica Torres de San Luis de Alfaz del Pi (Alicante).
Desde los 14 años, Gloria tenía insomnio, lo que le hacía estar muy nerviosa, y problemas de anorexia. Además, había tenido algunos brotes psicóticos aislados que no le impedían hacer una vida normal. Cursaba COU, tenía buenas notas y estaba en séptimo de piano en el Conservatorio de Alicante.1 La doctora María Victoria Soler, psicóloga que trataba a la menor, fue la que recomendó a sus padres el internamiento de Gloria en la clínica Torres de San Luis.
El complejo, del que la doctora Soler era accionista,2 estaba destinado a pacientes estresados, curas de reposo y demás patologías no severas. Se encontraba en pleno campo, con amplias instalaciones en forma de bungalows, piscina, zonas deportivas o jardines. Originalmente pensado para clientes de alto nivel adquisitivo, la clínica se encontraba sin embargo en números rojos y Gloria era la única paciente cuando ingresó.
A pesar de las dudas de los padres, Gloria ingresó en la mañana del 29 de octubre de 1992. A las pocas horas de su ingreso sufrió una fuerte crisis nerviosa que obligó a mantenerla sedada. La joven estuvo atada a la cama de pies y manos durante las primeras horas de internamiento. Cuando a media tarde fue llevada a la cafetería por las enfermeras, Gloria dejó escrito una nota con letra irregular y temblorosa según los peritos: “Me da miedo pensar que estoy muriendo y la única luz está cerca de mí, Dios Mío”.3 Por la noche, para verificar que Gloria se tranquilizaba le inyectaron cuatro dosis de 75 miligramos de potentes sedantes (haroperidol, largartil y sinogal).
Gloria se calmó hasta que tuvo un nuevo brote sobre la 1:30 de la madrugada. Había dos auxiliares de enfermería que accedieron a desatarla para que fuera al aseo. Al parecer, su estado de nerviosismo era tal que una de las auxiliares tuvo que ir en busca de ayuda para contenerla. Sin embargo, la joven consiguió zafarse de sus cuidadoras y se escapó saltando por la ventana de su habitación y después por el muro de la clínica. Pese a que el suceso tuvo lugar a la una y media de la madrugada no se avisó a la policía y a la familia hasta pasadas las ocho de la mañana.
Los padres rechazaron de plano la versión de la clínica, afirmando que era imposible que su hija, fuertemente sedada, pudiera haberse zafado de las enfermeras, saltar el alto muro de la clínica y haber escapado en la noche sin sus gafas (era miope y tenía 8 dioptrías) y descalza.4 Desde entonces el rastro de la joven se esfumó y no se ha vuelto a saber de Gloria.