La muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba, a los 67 años, aunque esperada, causó este viernes un enorme impacto en el mundo institucional español. El exvicepresidente del Gobierno, exministro del Interior, exsecretario general del PSOE y -como subrayó el popular Jorge Fernádez Díaz, su sucesor al frente de las fuerzas de seguridad del Estado- ex prácticamente todo lo que se puede ser en política, llevaba ingresado en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid desde el pasado miércoles cuando, tras haber asistido puntual a la cita con sus alumnos en la Facultad de Químicas de la Autónoma, a la que volvió a dar clases en 2014, sufrió un ictus fatal del que ya no logró recuperarse.
Alguien con poca educación y respeto soltó un montón de papeles y exigió hablar con el Presidente Pedro Sánchez.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, se ha visto obligado a intervenir para sacar del velatorio de Alfredo Perez Rubalcaba de la manera más discreta posible a un hombre quearrojó unos papeles frente al féretro y que exigía hablar con el presidente, la ministra de Defensa o el director del Centro Nacional de Inteligencia.
«No me muevo de aquí hasta que no me vea la ministra de Defensa o el presidente del Gobierno. Quiero hablar con el CNI», ha dicho el hombre tras lanzar los papeles al aire.
Sánchez, que permanecía sentado en el interior de la capilla ardiente, se ha levantado rápidamente para tomar del brazo a este hombre y salir con él a una sala adyacente donde ha hablado con él, acompañado del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de la ‘número dos’ del partido, Adriana Lastra.
Según fuentes del Ejecutivo, a esta persona le afecta una cuestión judicialque quería compartir con el presidente, que le ha dedicado unos minutos. Todo ha terminado sin problemas y Sánchez ha regresado pasados unos minutos al velatorio.
Se trata de la única incidencia registradaen estos dos días de visitas abiertas a la ciudadanía en esta capilla ardiente en el Congreso, por la que han pasado miles de personas.
Rubalcaba no llegó a ser presidente del Gobierno. A decir de sus más cercanos, tampoco fue esa su mayor espina. En todo caso, con socarronería pero, según sus íntimos, bastante en serio, se lamentaba de no haber podido ocupar la presidencia del Real Madrid, el club de fútbol del que era seguidor acérrimo. Siempre se sintió más cómodo susurrando al oído de otros líderes de su partido, Felipe González, Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero… Y aunque en 2011 se presentó a las elecciones generales como candidato de su partido lo hizo más como acto de servicio -era plenamente consciente de que su partido, achicharrado por la gestión de la crisis económica, se encaminaba al descalabro electoral- que por ambición personal.
No todos los días se va una personalidad así. Los que fueron sus compañeros y sus adversarios políticos parecen coincidir en algo: Alfredo Pérez Rubalcaba fue un «hombre de Estado». Con sus luces y sus sombras, como todo alto representante institucional. En tres décadas lo fue casi todo, desde portavoz y ministro del Interior hasta vicepresidente, pasando por secretario general del PSOE. Ante esta trayectoria, todos los poderes del Estado, pero también la ciudadanía, han querido darle el último adiós. Con todos los honores de Estado que eso ha implicado. Durante dos días las colas en la capilla ardiente no han cesado. Las diferencias políticas han sido aparcadas en plena campaña.
Tan pronto como se supo su muerte oficialmente, sobre las dos y media de la tarde de este viernes, se puso en marcha el dispositivo del Estado para despedirle. El Congreso le abrió la puerta de los Leones, que sólo se abre para ocasiones especiales como la asistencia de los reyes. Allí estuvo seis legislaturas. El féretro entró a la cámara baja, donde se ha instalado durante dos días su capilla ardiente, a hombros de guardias civiles y policías nacionales con el uniforme de gala. Entre aplausos sonoros y sentidos de las autoridades y de la ciudadanía.
Mientras Pedro Sánchez espera con Ana Pastor la llegada de los reyes eméritos al Congreso, un simpatizante socialista intenta esquivar al escolta de los ujieres de la cámara y le desea muchos ánimos. El presidente español en funciones gira el cuello para agradecerle. El dirigente socialista, como la presidenta del parlamento español y la viuda Pilar Goya, prácticamente ha hecho guardia durante las dos jornadas. Sobre el taúd, dos banderas: una española y la otra del PSOE.
Todos los poderes del Estado han cerrado filas en torno al ataúd. Empezando por el jefe del Estado, el rey Felipe VI, sus padres Juan Carlos y Sofía y su hermana Elena. También el presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes. Y casi todos los expresidentes españoles: Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy. Sólo ha faltado José María Aznar. Las palabras más emotivas las ha puesto González, que ha admitido que ya le echa de menos: «De repente se ha interrumpido una conversación que valía la pena continuar.
También ha habido representación de otros Estados, como el primer ministro de Portugal, el socialista António Costa, que ha pasado por Madrid este sábado al mediodía. Ha sido recibido protocolariamente por Sánchez y Pastor en el patio del Congreso. Al salir, el dirigente portugués ha querido dedicarle unas palabras: «Mi gratitud y admiración. Ha servido a España, pero también a los valores de la libertad y la solidaridad».
Otra imagen potente que ha dejado el adiós a Rubalcaba es la de toda la familia socialista, sin distinciones, unida. Incluso los que habían sido adversarios internos del exsecretario general del PSOE. Desde Pedro Sánchez hasta Susana Díaz, pasando por todos los barones autonómicos, como los presidentes Ximo Puig y Javier Lambán o el primer secretario Miquel Iceta. Hacía tiempo que costaba encontrar una fotografía así. Los puñales se han quedado en casa. También se han dejado ver políticos de los principales partido españoles, catalanes y vascos. La lista es eterna. Una única ausencia: Vox. El partido de extrema derecha ya adelantó este viernes en un comunicado que no asistiría ni anularía sus actos de campaña.
La solidaridad no sólo ha sido política, sino también ciudadana. Este viernes la capilla ardiente tenía que estar abierta hasta las diez de la noche, pero finalmente tuvo que cerrar a medianoche. Este sábado ha abierto de nueve a dos del mediodía. Centenares de personas han desfilado con rosas y mensajes de pésame, que han escrito en el libro habilitado en el patio del Congreso. Las colas en la carrera de San Jerónimo han sido una constante.
La tónica sólo la ha roto un hombre en la sala de pasos perdidos del Congreso este sábado al mediodía. Ha empezado a gritar que esto no podía pasar en un Estado democrático y ha pedido hablar con el presidente del Gobierno o con el director del CNI. Finalmente, Pedro Sánchez se lo ha llevado de la sala.
A las dos del mediodía, el féretro de Alfredo Pérez Rubalcaba ha vuelto a salir por la misma puerta de los leones por la que entró, también a hombros de policías y entre grandes aplausos y con las principales autoridades del país despidiéndose. Después de recibir honores de Estado durante dos días, los restos de Alfredo Pérez Rubalcaba serán enterrados junto con los de sus padres este sábado por la tarde en Majadahonda (Madrid). El acto tendrá carácter íntimo, para la familia y los amigos.