Un Chernóbil en el fondo del mar de Noruega

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Investigadores noruegos hallan un nivel de radiación 100.000 veces superior al normal en el submarino soviético ‘Komsomolets’, hundido en 1989 entre la costa noruega y su archipiélago Svalbard. El submarino quedó en una zona del Mar de Barents considerada una de las áreas de pesca más grandes del mundo.

Un equipo de investigadores noruegos ha hallado importantes fugas de radioactividad en el submarino soviético ‘Komsomolets‘, hundido en 1989 entre las costas de Noruega y su archipiélago Svalbard. Las mediciones muestran un nivel de radiación 100.000 veces superior al normal.

En el momento del hundimiento la nave tenía dos reactores nucleares, llevaba dos torpedos con cabeza nuclear y 16 misiles de largo alcance. Varios medios rusos hablan de «un Chernobyl» en el mar de Noruega. El submarino quedó en una zona del Mar de Barents, que se considera una de las áreas de pesca más grandes del mundo, y cuenta con miles de millones de dólares de pesca anuales. Hasta la fecha las mediciones no han detectado riesgo para la alimentación.

El submarino tenía dos cascos de titanio, uno dentro del otro, para dar al submarino la capacidad de sumergirse más profundamente que cualquier otro submarino de Estados Unidos en aquella época. Su historia recuerda siniestramente al reciente incendio del Losharik la pasada semana: aquella vez el sistema de extinción de incendios no logró aplacar un fuego de considerable importancia, los productos de combustión entraron en el sistema de suministro de aire. Aquel 7 de abril de 1989, 42 tripulantes perecieron y 27 fueron salvados.

Los niveles de radiación en la zona se han descubierto recientemente: el 8 de julio. Fue después de que el equipo de investigadores noruegos tomase muestras del agua de una de las tuberías de ventilación del submarino. Se tomaron tres muestras a lo largo del día: dos por la mañana y otra por la tarde. Las de la mañana fueron normales, pero la medición de la tarde arrojó un nuevo récord en los niveles de radiación. A principios de la década de 1990 y en 2007, los científicos rusos ya midieron pequeñas fugas radioactivas en el ‘Komsomolets’ desde una tubería cerca del compartimento del reactor. La última vez que se midió fue hace 11 años y los datos no mostraban indicios de una fuga grave de radiación.

ALTOS ÍNDICES DE RADIACIÓN

La jefa de la expedición, Hilde Elise Heldal, advierte esta vez de que los resultados son preliminares. Pero ya apuntan índices altos. «En todo caso, en la profundidad, los 10 becquerels detectados se diluyen mil veces, esta es una cifra insignificante», ha dicho el experto Andrei Zolotkov al diario ruso ‘Novaya Gazeta’. Este hallazgo es «un aviso para todos».

Resultado de imagen de Hilde Elise Heldal

Todo depende de qué sustancias sean las que están saliendo fuera. «Si estamos tratando con isótopos de cesio y estroncio, entonces estamos hablando del reactor, será un golpe para la industria pesquera y habrá que decir adiós a la idea de un Ártico puro».

Lo más preocupante que se ha visto hasta el momento es una pequeña nube de polvo subiendo desde el orificio de ventilación donde se habían realizado las anteriores mediciones. Parece que esa misteriosa nube asciende cada cierto tiempo desde el submarino por ese agujero y que la contaminación radiactiva se libera de vez en cuando. Se da la circunstancia de que el orificio de ventilación está directamente conectado al reactor nuclear. Los científicos noruegos le han dicho al canal TV2 que creen que este orificio de ventilación tiene contacto directo con el reactor dentro del naufragio y que la contaminación sale por ahí. En las imágenes de la televisión noruega aparece el submarino a una profundidad de 1.665 metros y se aprecia que el casco quedó severamente dañado después de 30 años en el lecho marino.

EL ASTILLERO MÁS GRANDE DEL MUNDO

El submarino fue botado en mayo de 1983 en Severodvinsk, una ciudad soviética cerrada en el Mar de Barents con el astillero más grande del mundo. Severodvinsk sigue un siendo centro de construcción de submarinos atómicos para la Flota Rusa. Lleva 30 años en el fondo del mar y el problema tiene difícil solución. A mediados de la década de 1990, después de que las propuestas para hacer emerger el submarino se estimaron en un costo de mil millones de dólares e implicaban el riesgo de dañar la nave. Se ha hecho en el pasado desde 100 o 200 metros, pero nunca desde tan profundo.

Resultado de imagen de Severodvinsk

En aquellos años los ingenieros rusos propusieron sellar herméticamente grandes grietas en el casco del submarino con una especie de gelatina, una operación que se llevó a cabo poco después. Pero se calcula que estos sellos de gelatina proporcionaban sólo de 20 a 30 años de protección. Las autoridades rusas dijeron que el submarino no representaría una amenaza al menos hasta 2015 o 2025, según informó la agencia de noticias RIA Novosti en 2007.

Respecto al accidente de la semana pasada (que costó la vida a 14 tripulantes) la Autoridad de Radiación y Seguridad Nuclear (DSA) de Noruega dijo el miércoles que no había detectado ninguna radiación anormal en el área y que sus mediciones coincidían con la información proporcionada por Moscú. Pese a ello, algunos medios de comunicación rusos criticaron lo que calificaron de falta de transparencia, y establecieron paralelos con la escasez de información oficial durante el colapso del reactor nuclear soviético en Chernóbil en 1986.

Resultado de imagen de reactor nuclear soviético en Chernóbil

RESIDUOS EN EL FONDO DEL MAR

Según un informe conjunto ruso-noruego publicado en 2012, en el fondo del vecino Mar de Kara (un sector del océano Glacial Ártico, localizado al norte de Siberia) hay 17.000 contenedores de desechos nucleares, 19 naves nucleares soviéticas oxidadas y 14 reactores nucleares desgajados de buques atómicos. En los años setenta, varias países dejaban residuos en el fondo del mar. Pero la URSS siguió haciéndolo hasta 1991, y a gran escala. Según la fundación Bellona, una ONG medioambiental noruega centrada en asuntos de residuos nucleares en el Ártico, lo más peligroso es el combustible alojado dentro de los oxidados cascos de tres submarinos nucleares de la era soviética que yacen en el fondo del Ártico. Este submarino, el K-278-Komsomolets, es uno de ellos. Los otros dos son el K-27 (hundido en 1982) y el K-159 (hundido en 2003).

Resultado de imagen de K-278-Komsomolets

Si la cubierta del reactor falla y expone su combustible de uranio altamente enriquecido al agua, el asunto puede ser crítico, según un informe del gobierno noruego de 2012 sobre el submarino citado por el ‘Moscow Times’ en 2014. El casco que protege el reactor no se desgasta tan rápido como el del resto del submarino. Pero es sólo cuestión de tiempo que el uranio de su interior se convierta en una amenaza

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