Lo que estamos viviendo hoy no tiene nombre. Parece que al gobierno de España le ha pillado por sorpresa todo, sin previsión del colapso del segundo aeropuerto español, el del Prat, y sin capacidad de reacción ante lo que han escupido por su boca los representantes del Estado en la autonomía catalana. Un ataque literal del Estado contra el Estado sin que el gobierno del Estado reacione con contundencia en este fascículo numerado de los golpistas catalanes.
Cualquier preso español, cualquiera de los ochenta mil que hay en las cárceles dispersas por España, sabe que sin su arrepentimiento no hay posibilidad de concesión de tercer grado por parte de la Junta de Tratamiento de su prisión, y menos todavía un indulto. Estamos por tanto ante condenados que no sólo no han mostrado su arrepentimiento al conocer la sentencia del Supremo, sino que además anuncian algaradas y lucha guerracivilista en contra del pueblo español. Y la respuesta a todo ello ha sido la felicitación del siniestro Pedro Sánchez al Tribunal Supremo.
Los representantes del Estado alentando la guerra en la calle, mientras desde la cárcel no sólo no se arrepienten, sino que piden «más guerra». Ver para creer. Y los líderes nacionales, satifechos y hablando de hacer aquello que no han hecho durante los últimos cuarenta años.
Lo que aparentemente era esta mañana una sentencia que beneficiaba a gobierno socialista y golpistas catalanes, puede convertirse en un boomerang que los arrastre a todos en cuanto los españoles nos demos cuenta de una nueva farsa donde ha entrado en juego el máximo tribunal de justicia de nuestro país.
Antaño, ante otras sentencias macabras como fue la legalización del brazo político de ETA por parte del Tribunal Constitucional, al menos el Supremo aguantó el tipo, pero ahora ya ha sido arrollado por la infame casta política que nos conduce al abismo.
Todo es más oscuro y más enrevesado desde hoy en la España catalana y en el resto de la geografía española. Los políticos se han metido en un lío del que no sabrán salir porque no tienen capacidad para ello. Y entretanto, si no hay arrepentimiento de los condenados, no puede haber bajo ningún concepto ni amnistía a través de un indulto, ni por supuesto un tercer grado porque públicamente ya han declarado la guerra a Usted y a un servidor.
Nos jugamos mucho en las próximas horas, y deberemos mirar con lupa los movimientos de unos y otros. El 10 de noviembre está a poco más de tres semanas vista, y será la oportunidad de colocar a cada uno de estos mamarrachos en sus sitio.
Feliz martes 15 de octubre de 2019, el día después del mayor ataque a la democracia española nacida en 1978. Me niego a seguir pagando con mis impuestos este circo. Con cuarenta años ya he tenido bastante.