Llega un momento en el que resulta difícil hablar del rencor sin redirigirnos al odio y a la venganza, en ocasiones están tan entrelazados como las cerezas, mantienen tanta relación entre sí que no es posible hablar aisladamente de uno de ellos sin mencionar al resto. ¿Rencor sin odio? ¿odio sin venganza? ¿Venganza exenta de odio y rencor?… mantendremos la duda mientras no indaguemos en el objeto causante de esos sentimientos, parte de ellos delictivos. Hay que buscar la causa del daño que da origen a tales sentimientos indeseables. El remedio solo podemos encontrarlo en el propio individuo afectado; él es el único que puede poner punto y final a su actitud, punto y aparte a su afectividad obsesiva; solamente él pude borrar de su mente el deseo de destrucción que lleva aparejado el odio.
Hay quien equivocadamente piensa que en el otro extremo del odio está el amor, pero no es cierto estos extremos no alcanzan a tocarse, a confluir, porque en el otro extremo del odio solo está la indiferencia, la pasividad. Cuando hablamos del odio hablamos de destrucción, de maltrato y de violencia y así tratamos inconscientemente de justificarla arropados por el odio. Se dice que la venganza es el placer de los dioses, pero la realidad es que con independencia de los sentimientos divinos, la venganza es un desahogo del odio y del rencor humanos. La conocida Ley del Talión del “Ojo por ojo, diente por diente” explicitada en el libro bíblico del Éxodo, no tiene cabida en nuestra actual sociedad porque las leyes impiden el deseo amoral de tomarnos la justicia por nuestra mano.
Recordemos que nuestro Código Penal en su artículo 510 protege el respeto, la dignidad e igualdad de todos los ciudadanos, castigando a quien públicamente promueva, fomente o incite directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia por motivos ideológicos entre otros.
Como algún lector puede preguntarse a donde vamos a parar con esta trilogía del comportamiento humano no deseado, vamos a descubrir el fin del trayecto: La singladura comienza y termina con las declaraciones del ex-senador (desde el 24/09/2019) Carles Mulet García de la XI Legislatura, portavoz del grupo parlamentario mixto Podemos-En Comú-Compromís-En Marea (GPPOD), grupo territorial “Compromís-Podemos: És el moment, Grup territorial del País Valencià, Partido político “Coalició Compromís” (COMPROMIS). Este político nació en Castellón en 1975, está casado y es padre de dos hijos, estudió Filosofía en la Universidad de Valencia y Humanidades en la Universidad Abierta de Cataluña, su profesión es político, fue concejal en Cabanes (Castellón) en 2003 y desde 2015 senador designado por las Cortes Valencianas; desconozco si está sujeto al IAE.
En variadas ocasiones ha sido protagonista de polémicas idealistas, la Asociación Independiente de Vecinos de Cabanes se manifestó ante el Senado en diciembre de 2018 contra la Ley Mordaza que el Sr. Mulet aplicaba en su municipio. En mayo de ese mismo año se desplazó a Zamora para enfrentarse a varios ayuntamientos que se negaban a cumplir la ley de Memoria Histórica. Previamente en abril, la Mesa del senado decidió limitar el número de informes al Sr. Mulet ante las 13.854 preguntas, casi un tercio de las de todo el Senado, y 2.821 solicitudes de informes formuladas por él.
En su ascenso al discurso polémico y esperpéntico alardeó de su cultura mortuoria preguntando al Gobierno por “El protocolo ante un apocalipsis zombie”. La última fantasmada de este curioso senador ha sido : “Hay que vaciar el Valle de los Caídos y dinamitarlo”, añadiendo con un lenguje menos explosivo, pero no menos hostil, que “hay que hacer justicia y sacar los restos del pistolero Primo de Rivera, o el conjunto de Cuelgamuros continuará siendo un lugar de peregrinación de los golpistas. Hay que eliminar ese monumento al mal gusto que genera un coste enorme al erario público”. Y el senador Mulet con sus 44 años de edad tras su declaración se ha quedado tan feliz y satisfecho. Su grupo político, no sabemos con que intención, a difundido una foto con el fondo de la basílica del Valle y un primer plano del insigne mentor. Digo no saber la intención porque desconozco si es la foto previa a la voladura que pregona, o es su recuerdo como peregrino.
A este esclarecido demócrata dinamitero le recuerdo que tres años después de su nacimiento, es decir en 1978 los hombres y mujeres de mi generación, supimos perdonar, aprendimos TODOS a convivir en paz, anteponiendo nuestras ilusiones en una nueva generación libre, a cualquier rencilla, rencor o resentimiento… y nos dimos una Constitución de paz y sin violencia alguna. Entenderá que no estamos dispuestos a que un senador estrafalario, atípico, adoctrinado en la dinamitación política catalanista, hurgue, enrede y trate de abrir viejas heridas que no vivió, que conoce por referencias independentistas y vuelva y revuelva nuestra democracia con la Memoria Histórica de dictadores y pistoleros utilizando la dinamita como revulsivo.
Sr. Mulet, personas que no compartimos sus ideales, pero con similares derechos en cuanto a la libertad de expresión, nos vemos obligados a recordarle que el mejor destino de su “dinamita” son las canteras, en las que su explosión, su bombazo, crea trabajo digno y riqueza compartida. Por otra parte, si tanto le gusta le República lo tiene bien sencillo, cruce los Pirineos y pernocte en su paraíso republicano, no nos castigue soportando sus comentarios e idearios no compartidos y así nos liberará del incordio de tener que sufragar sus gastos mensualmente.
Sr. Mulet como resultado del enfrentamiento político “violento” de 1936/1939 contabilizamos un millón de muertos, parte de ellos eran republicanos, otra parte eran nacionalistas y otra parte eran simplemente españoles. Todos perdieron, no ganó nadie y a estas alturas de la historia con su pragmática política dinamitera, explosiva y violenta, tampoco va a conseguir victoria alguna utilizando a los que murieron por ideales enfrentados. Llegó demasiado tarde a una guerra que no es suya, y sobre todo deje tranquilos a los muertos a no ser que tenga o sea partícipe de una funeraria, en cuyo caso le presento mis respetos.
José Antonio Corachán Marzal