¡Un portazo aéreo que sacude los cielos del Caribe! El Gobierno de Nicolás Maduro ha descargado su furia contra seis aerolíneas internacionales, revocando de un plumazo sus concesiones de vuelo en Venezuela con una acusación que eriza la piel: sumarse al «terrorismo de Estado» orquestado por Estados Unidos y cancelaciones unilaterales que dejan a miles de pasajeros varados en un limbo de incertidumbre. Iberia, TAP, Avianca, Latam Colombia, Turkish Airlines y GOL son las víctimas de esta decisión relámpago, anunciada este jueves por el Ministerio de Transporte y el Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC). ¡Imagina: vuelos que se evaporan de la noche a la mañana, familias separadas y un pulso diplomático que podría escalar a proporciones globales, mientras Caracas apunta el dedo a Washington por presionar a las compañías a boicotear el espacio aéreo chavista! ¿Es esto soberanía o aislamiento forzado? En un país ya asfixiado por sanciones, este cerrojo podría ser el clavo final en el ataúd de la conectividad aérea.
El anuncio cayó como un rayo en un cielo nublado: a las 18:00 horas locales, el INAC emitió un comunicado oficial que no deja resquicio para la duda. «Se revoca la concesión de vuelo a las aerolíneas Iberia, TAP, Avianca, Latam Colombia, Turkish Airlines y GOL, por sumarse a acciones de terrorismo de Estado promovidas por el Gobierno de los Estados Unidos y por cancelaciones unilaterales de vuelos hacia y desde Venezuela», reza el texto, que califica estas maniobras como «medidas coercitivas unilaterales» que violan el derecho internacional. No es un capricho aislado: desde octubre, estas compañías han suspendido rutas a Caracas citando «restricciones operativas» y alertas de seguridad de sus gobiernos de origen, impulsadas por el Departamento de Estado de EE.UU. que desaconseja viajes a Venezuela. Iberia, la más golpeada, ya había cancelado todos sus vuelos hasta el 1 de diciembre por recomendación de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) española, pero ahora el portazo es definitivo: adiós a las conexiones directas Madrid-Caracas que movían miles de pasajeros semanales.
Las aerolíneas, pilladas en el fuego cruzado, responden con un silencio ensordecedor mezclado con cautela diplomática. Iberia, a través de un portavoz, confirmó las suspensiones previas pero no comentó directamente la revocación, limitándose a «seguir evaluando la situación con las autoridades competentes». TAP y GOL, con rutas clave desde Lisboa y São Paulo, han redirigido pasajeros a escalas alternativas en Bogotá o Panamá, pero el impacto es brutal: Latam y Avianca, que cubrían el grueso del tráfico desde Colombia, ya advierten de «reprogramaciones masivas» y reembolsos que podrían costar millones. Turkish Airlines, la más exótica en la lista, operaba el puente Estambul-Caracas con escalas en Panamá, un lazo vital para diplomáticos y ejecutivos; su portavoz turco soltó un «estamos en contacto con las autoridades venezolanas» que sabe a eufemismo. En total, estas seis compañías movían hasta 20 vuelos semanales a Venezuela, transportando 5.000 pasajeros –un corte que deja a la diáspora venezolana, con millones en el exterior, al borde de la desesperación.
El telón de fondo es un pulso geopolítico que hierve desde hace meses. Maduro, en su discurso del 26 de noviembre ante la Asamblea Nacional, ya había cargado contra «el imperialismo yanqui» por presionar a aerolíneas aliadas, vinculándolo a las sanciones renovadas por Biden y el fracaso de la oposición en las presidenciales de julio. El INAC, bajo el mando de Juan Carlos Salazár, justifica la revocación como «medida soberana» para proteger la «integridad territorial» aérea, pero analistas lo ven como un contraataque a la escalada diplomática: EE.UU. vetó vuelos venezolanos a Miami, y ahora Caracas responde con aislamiento selectivo. Consecuencias? Un caos logístico que podría disparar precios en rutas alternativas –Air Europa y Conviasa, las únicas sobrevivientes, no dan abasto–, y un golpe a la economía chavista que depende de remesas y turismo de la diáspora. La OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) ya observa de reojo, y Bruselas podría mediar si el bloqueo se extiende a rutas europeas.
Este no es solo un cierre de cielos; es un grito de soberanía que resuena como un eco de aislamiento. ¿Rectificará Maduro ante la presión internacional, o las aerolíneas cederán a la diplomacia para reabrir? En Agencia6, el radar aéreo parpadea en rojo: ¡vuelos cancelados, sueños postergados y un pulso que podría aterrizar en la ONU! Si viajas a Venezuela, chequea ya: el cielo nunca fue tan incierto.
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