Se cumple el segundo mes del otoño, y siendo históricamente la época de lluvias en el sureste español, en este 2019 hemos tenido dos episodios de lluvia que no han servido para que tengamos los pantanos llenos y con ello la garantía del suministro a la población y el riego de nuestras tierras.
De casi nada sirvió el episodio de gota fría de principios de septiembre. Con daños multimillonarios, hubiesen sido lluvias mucho menos dañinas si ese capital se hubiese ido invirtiendo en limpieza de barrancos, encauzamientos de ríos en todo su recorrido, y el respeto a no urbanizar en lugares inundables. Los políticos que hemos tenido en los últimos cuarenta años en nuestros ayuntamientos, diputaciones, autonomías y en Madrid han dado la espalda a la necesidad de tener agua en esta tierra, y a su vez, cuidar el entorno para eliminar riesgos de inundaciones gravísimas como las acontecidas hace semanas.
En ninguna parte del mundo se da la circunstancia de lo que vivimos aquí. Con sumas en algunos pluviómetros superiores a los 500 litros por metro cuadrado, hay pantanos en ciertos puntos donde apenas han crecido un par de centímetros en la cantidad de agua embalsada. Es imperdonable el mal uso de la naturaleza, del entorno de nuestros pueblos, y de las pésimas infraestructutas hidráulicas que permitan no despreciar ni una sóla gota de agua que pueda caer del cielo.
Aquí pueden ver Ustedes el panorama que hoy ofrecen los pantanos y embalses de la Confederación Hidrográfica del Júcar:
Por su parte, los datos de la Confederación Hidrográfica del Segura ofrecía ayer las cifras del agua embalsada, donde pese a ver imágenes destrutoras de la furia del agua con rios y barrancos desbordados, no encontramos ni un sólo pantano murciano y del sur de Alicante que alcance el 50% de su capacidad. Increíble pero cierto.