La tensión en el Gobierno se traslada a la multitudinaria marcha y desinflan el 8M

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  • En Madrid, la Delegación del Gobierno cifra la asistencia en 120.000 personas, un 65% menos que el año pasado, cuando la cifró en 375.000

Pasaban las 16 horas cuando mujeres de todas las edades, tanto en grupos como solas, llegaban a la madrileña Plaza de Carlos V, al lado de la Estación de Atocha, donde ha dado comienzo la manifestación de este 8M por el Día Internacional de la Mujer. A la cabecera, las organizadoras de la Comisión 8M, mostraban pancartas con el lema de «Con Derechos, sin barreras. Feministas sin fronteras». La Delegación del Gobierno en Madrid ha cifrado la asistencia en 120.000 personas, frente a las 375.000 del año pasado, lo que supone un 65% menos. El dato es también un 29% más bajo que el registrado por la Delegación del Gobierno en 2018, cuando asistieron alrededor de 170.000 personas. Muy similares lo que ha pasado en Barcelona, segunda ciudad con marchas multitudinarias, pues la Guardia Urbana ha cifrado la asistencia este 8 de marzo de 2020 en 50.000 personas, 150.000 menos que en 2019.

Como era previsible, en la manifestación de este año no han ido todas a una. Temas como el debate sobre la abolición o no de la prostitucion, además de otras pugnas ideológicas, han ensombrecido el que debería haber sido el día en que todas las mujeres caminan juntas para reclamar una igualdad de derechos. En la cabecera, la Comisión 8M no mostraba ninguna referencia a este debate, algo que sí ocurría en otros grupos de mujeres que mostraban, a través de pancartas y gritos, su visión abolicionista. «El feminismo es abolicionista», gritaban.

La tensión política no ha tardado en surgir. A su llegada a la marcha, la representación de Ciudadanos ha sido recibida con gritos de «fuera», «floreros» o «fascistas», a lo que ellos respondían con «libertad». Finalmente, el partido, por indicación policial, ha abandonado la marcha. Minutos antes de que esto ocurriera, la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís, afirmaba que «en su modelo de feminismo, caben todas», mientras que en el modelo de quienes les increpan «solo caben ellas».

El PP, por su parte, ha participado esta vez en la manifestación, cosa que no hizo el año pasado al no estar de acuerdo con el manifiesto. Este 8M, sin embargo, los populares han acudido con un manifiesto propio y encabezaos por la vicesecretaria de Política Social del partido, Cuca Gamarra, que ha abogado por la necesidad de que exista un «feminismo sin etiquetas», al mismo tiempo que ha pedido trabajar de manera conjunta para acabar con las desigualdades.

Los partidos del Gobierno, PSOE y Podemos, también llegaban separados a la marcha. En los socialistas, encabezados por Carmen Calvo, Begoña Gómez, Fernando Grande-Marlaska o Nadia Calviño, entre otros, han reivindicado la presencia del PSOE en el movimiento feminista a lo largo de la historia. «Algunas llevamos muchos años en el 8 de marzo, cuando apenas nadie sabía qué significaba, cuando no había grandes manifestaciones, cuando casi nadie estaba, en el movimiento feminista ya estábamos. Así que el PSOE sale ahora a las calles de Madrid para acompañar al movimiento feminista que es lo que hemos hecho en 42 años de democracia», ha destacado Calvo.

La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha llegado también acompañada por dirigentes de su área, como la directora del Instituto de la Mujer, Beatriz Gimeno, o la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Victoria Rosell. Montero, que ha entonado el lema «sola y borracha quiero llegar a casa», ha abogado por una «alianza feminista» y ha apelado a «la memoria y las mujeres que han venido antes nos enseñan que es juntas como se pueden conquistar derechos».

La primera discrepancia feminista ha llegado por parte de PSOE y Unidas Podemos. Mientras el partido que está actualmente al frente de Igualdad no ha hecho ninguna referencia a la abolición, en la representación del PSOE han entonado, nada más llegar, el lema: «El feminismo es abolicionista».

Sin la unidad de otros años

Más allá de las representaciones de sindicatos o partidos políticos, los movimientos de mujeres tampoco han compartido los lemas habituales con los que, hasta ahora, se había tratado de mostrar una unidad para ir «todas a una». En la cabecera de la marcha, donde se ha agrupado la Comisión 8M, organizadora de la manifestación y que en esta ocasión no ha convocado una huelga general, las referencias a la prostitución han sido inexistentes. Por detrás, en cambio, sí se escuchaban voces pidiendo la abolición de la prostitución, tema que parte del feminismo considera «fundamental» para avanzar en los derechos de las mujeres.

Otro de los debates que ha generado la división del feminismo este 8M es precisamente la inclusión de otros colectivos que, a ojos de buena parte de sectores feministas, «invisibilizan a las mujeres». En la cabecera de la marcha, la Comisión 8M ha entonado lemas como «con pene o con vagina, mujeres combativas», en alusión al colectivo trans, o «ningún ser humano es ilegal», para reclutar también a la inmigración. Algunas jóvenes, incluso, han acudido con pancartas reivindicando los derechos de las minorías sexuales y mostrándose en contra de las «TERF», término que alude a «Feminista Radical Trans-Excluyente» y hace referencia a quienes consideran que las personas transexuales y transgénero no deben formar parte de las preocupaciones feministas.

«Vengo para luchar por un feminismo que incluya a todas las mujeres. Eso es clave», ha explicado María del Olmo, una joven portadora de una de estas pancartas. «He optado por ellas porque últimamente se ha hecho visible que hay parte del movimiento feminista clasista, homófobo. El feminismo es para todas las mujeres, si no no vale nada», lamentaba, al tiempo que recalcó la necesidad de que las mujeres apoyen a estos colectivos que, a su juicio, «sufren mucho más que las demás». Sobre la división entre corrientes de mujeres que ha surgido al hilo del debate de la prostitución, esta joven asegura que es «muy importante seguir trabajando» en ello, aunque considera que deben ser las meretrices quienes muestren el camino. «No tiene ningún sentido que mujeres que nunca han ejercido la prostitución opinen sobre ello. Es como los hombres que quieren legislar sobre feminismo», sentenció.

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