No es un error tipográfico, simplemente es que la memoria no necesita de mayúsculas para serlo. Quien necesita de mayúsculas son las palabras y hechos que pensamos estaban borradas del diccionario político hace más de cuarenta años y que el llamado progresismo ha sabido manipular, exhumar en su supuesto beneficio, que ha puesto de manifiesto una peligrosa y desmedida carga de repugnante odio, rencor y resentimiento.
Hagamos un “regreso al pasado”, volvamos a 1931 para lograr una memoria histórica objetiva. Tras la dimisión dos años antes de Primo de Rivera, se convocan elecciones municipales por la que se obtienen mas concejales monárquicos que republicanos (mayoría monárquica en las zonas rurales y mayoría republicana en las grandes ciudades con la coalición de partidos republicanos, moderados y de izquierdas). El Rey Alfoso XII a la vista de las manifestaciones decide huir del país y entonces el Comité revolucionario declara la II República, presidida por Niceto Alcalá Zamora y con el objetivo de redactar una nueva Constitución. La oposición le dio un marcado tono anticlerical y a pesar de que Alcalá Zamora era católico, no supo evitar que la algarada violenta arrancando en Madrid se extendiera a otras muchas capitales de la nación.
El resultado fue que numerosos conventos, seminarios e iglesias ardieran incomprensiblemente en llamas, siendo aprobada la Constitución en diciembre tras la dimisión de Alcalá Zamora que fue devuelto a su cargo por socialistas y azañistas, dando comienzo al bienio 1931-1933, llamado “Bienio Reformista” que terminó con unas nuevas elecciones y que dio como resultado la victoria de una coalición de derechas liderada por Fernando Lerroux, dando así comienzo al denominado “Bienio Conservador” 1933-1936, periodo inestable con un intento de golpe de estado (Revolución de 1934 en Asturias) alentado por los socialistas Indalecio Prieto y Largo Caballero, momento político que aprovechó Company para proclamar la República Catalana que dio con sus huesos en la cárcel.
Mientras tanto a la revuelta de Asturias le puso final el ejército al mando de un jóven general, Francisco Franco. En definitiva la revolución solo consiguió evidenciar la división de España y el temor de convertirse en una revolución bolchevique. Las cárceles se llenaron de presos políticos de derechas y de laicos y sacerdotes y monjas católicas. Proliferaron los juicios políticos y con ellos las sentencias de penas de muerte como era de esperar con los comunistas formando parte importante del gobierno denominado Frente Popular, coalición de socialistas, comunistas y anarquistas. En febrero de 1936 se celebraron nuevas elecciones ganadas con fraude electoral incluido por la coalición. El partido comunista creció como la espuma y con él la temida revolución bolchevique; de nuevo la quema de iglesias y conventos, y las inevitables checas con sus “sacas” (masacres indiscriminadas). El comunismo no admite opositores y los elimina a balazos (el nazismo la hacía mas silencioso, con gas). El socialista Largo Caballero, apodado el Lenin español, decidió dar el poder político a los obreros al margen de la legalidad, mediante el imperio de la violencia indiscriminada…
En 1936 los generales Mola y Sanjurjo desde el protectorado español de Marruecos, Ceuta y Melilla se sublevaron. El 12 de julio de 1936 unos falangistas mataron al teniente de la guardia republicana y militante socialista José del Castillo. Como venganza la policía republicana detuvo a Calvo Sotelo, diputado de derechas, y un escolta de Indalecio Prieto lo asesinó con un tiro en la nuca. Ello motivó que Francisco Franco decidiera sumarse a la revuelta. De los 24 generales de división con mando, solo se sumaron cuatro al alzamiento que no triunfó ni en Madrid ni en Barcelona gracias a la intervención del general Aranguren que se mantuvo leal a la República y así la guerra perduró durante tres años y acarreó la muerte de un millón de españoles. Curiosamente el número de asesinados en ambas retaguardias igualó al de los fallecidos en trincheras y campos de batalla. Buenos y malos, malos y buenos en un totum revolutum matándose unos a otros a lo largo y ancho de la península Ibérica. Todo un laboratorio de experimentación para la II Guerra Mundial. Todo un ejemplo de lo que es una solemne vergüenza.
Cada vez que me viene a la mente la ley 52/2007 de mEMORIA hISTORICA surge una pregunta a la que no encuentro una sola respuesta coherente: Si los hechos históricos comenzaron en 1931 ¿porque la memoria de la ley comienza el 18 de julio de 1939, es eso historia o manipulación política?
Han pasado los años, han cambiado los protagonistas, pero me da la impresión de que los “idus de marzo” están a la vuelta de la esquina. La similitud del guión, alimentada con el odio, la venganza y el rencor de una mEMORIA hISTORICA olvidadiza y extraviada, nos ha traído hoy a la auténtica Memoria Histórica, con sus 4.500 asesinados de Paracuellos del Jarama, sus 8.000 religiosos eliminados y otros miles sepultados en los cementerios o en las cunetas de nuestros caminos. ¿No tenemos memoria?¿Aprenderemos la lección?.
José Antonio Corachán Marzal