La Gala de los soles Repsol se ha trasladado este año desde San Sebastián a Alicante, gracias a la gestión de el Patronato de Turismo de la ciudad, que como si fuera Pedro Sánchez, ha querido rodear al alcalde Luis Barcala de vascos. Estos premios, considerados por muchos como la copia «china» de las estrellas Michelin, han galardonado a los restaurantes que más han invertido en marketing del último año.
Las mujeres a la cocina
Uno de los principales atractivos que la gala ha querido ofrecer este año, es el menú de 22 platos con el que la organización ha agasajado a la patulea de politicastros que han rellenado el evento hasta alcanzar el aforo completo del ADDA de la diputación de Alicante.

Como reivindicación, la Gala de los Soles Repsol ha escenificado que todos y cada uno de los manjares que se han servido han sido elaborados exclusivamente por 11 mujeres, que han copado la cocina, dejando el escenario a los hombres para recibir la gran mayoría de los halagos y premios que se han entregado durante la noche.
La escena era contemplada desde todas las esquinas por un ejército de azafatas, también todas mujeres, interpretando su mejor papel como florero, pese a ir vestidas con un saco de patatas horrendo y, a criterio de esta redacción, humillante como poco.
Merienda de negros
Cabe destacar el ingente esfuerzo económico realizado por la organización (fundamentalmente institucional), para desplazar el acto desde las Vascongadas hasta la costa de Alicante. El desembolso no ha sido en balde, pues, si bien el evento estaba vetado a las clases populares, los políticos invitados se han llenado bien la tripa durante la velada a costa de la opípara cena que ha supuesto miles de euros al contribuyente, al que se supone que quieren seducir con el despilfarro de su propio dinero.

Todo para alicante, pero sin los alicantinos, han parecido querer transmitir. Preguntados por este diario a las afueras del evento, la gran mayoría de los ciudadanos desconocía tanto el galardón como su celebración en la ciudad, sin embargo, sí que han sugerido que los políticos podían comerles un postre, que por deferencia a los lectores omitiremos, pero que rimaba con chirimoya.
Menú Mediterráneo
Si por lo menos se hubieran presentado alimentos de la tierra, el insulto a la ciudad anfitriona se hubiera mitigado, sin embargo, tras contemplar los platos de chichinabo que se han servido, más próximos a comer cucarachas en escabeche o mortadela de aceitunas con la cara de Popeye, que a creaciones de autor, estos periodistas no han tenido más remedio que preguntar por la salida y terminar la noche cenando en una pizzería, con una muy buena relación calidad precio, que aun así, esperemos que pague el director de este medio.
No volveremos, ni aunque sigamos sin estar invitados.
Tiempo hacía que no leía un artículo tan insignificante, pero con una limpieza y gracia digna de los mejores escritores de nuestra época. Felicidades por esta mierda, que tanto me ha gustado.