¡Un abismo de sadismo y silencio cómplice que ha paralizado Almería y tiñe de negro las playas de Garrucha! Lucas, el niño de cuatro años asesinado en un crimen que clama venganza divina, sufrió una violación y golpes brutales en el abdomen y el cuerpo que le provocaron un shock hipovolémico, rotura hepática y un politraumatismo abdominal con fuga intestinal, según el informe de la Guardia Civil que ha destrozado el velo de esta pesadilla. J. D. R. C., la pareja de la madre, es el verdugo principal: habitual maltratador que ya le fracturó un hueso en el brazo al pequeño, actuó con alevosía el 3 de diciembre mientras B. Y. B. O., la progenitora de 21 años embarazada de cinco meses, salía a trabajar. ¡Ella regresó a las 12:00, alertada de que el niño estaba «mal», y presenció parte del asalto sin mover un dedo para detenerlo o socorrerlo –un silencio que la investigación no perdona, con mensajes suyos que insinúan posible complicidad en el crimen! En un pueblo que declara luto eterno y aplaza sus fiestas, este feminicidio infantil –confirmado por autopsia preliminar– suma a las 42 víctimas de 2025, un contador infernal que exige justicia ya.
El infierno se desató en un hogar que debería haber sido refugio, pero se convirtió en tumba. El 3 de diciembre, alrededor de las 11:00 horas, la madre dejó a Lucas al cuidado de su pareja antes de ir a trabajar. Ahí empezó el calvario: golpes repetidos en el abdomen y el cuerpo que laceraron órganos vitales, combinados con una violación que la Guardia Civil describe como «acto de extrema crueldad». El niño, agonizante, fue abandonado en un búnker abandonado en la playa del Cargadero –límite entre Garrucha y Mojácar–, donde su cuerpo fue hallado a las 23:30 horas tras una búsqueda desesperada iniciada a las 20:00 por un 112 que alertó de un menor «inconsciente en la playa». La autopsia en el Instituto de Medicina Legal de Almería confirmó el horror: muerte por shock hipovolémico y politraumatismo, con indicios de violencia sexual que congelan la sangre.
La madre, B. Y. B. O., no es una figura pasiva en esta tragedia: regresó a casa sobre las 12:00, alertada de que el niño estaba «mal», y presenció parte del asalto sin intervenir ni auxiliarlo, según el auto de prisión provisional de la Guardia Civil. Mensajes suyos a familiares insinúan complicidad: «Si mi hija ha sido la culpable, que lo pague», clamó el abuelo en un arrebato de dolor, mientras testigos confirman que ella sabía de los maltratos habituales –incluida una fractura de brazo previa–. Embarazada de cinco meses y con una orden de alejamiento contra su pareja por abusos en otra relación, no figuraba en VioGén, un vacío que duele y que ONG ya usan para exigir más detección temprana. Ambos detenidos –la pareja por homicidio y posible encubrimiento, ella por omisión de socorro y posible participación– yacen en prisión sin fianza, a la espera de que el juez de Vera decida su futuro este sábado.
Garrucha, un rincón de sueños playeros, se ha teñido de duelo: ayuntamiento en luto, belén y luces navideñas aplazadas, y un pueblo que llora a Lucas con velas y abrazos. «Es una tragedia que nos rompe, pero no pararemos hasta erradicar esta lacra», declaró el subdelegado Francisco Toscano, apelando al 016 (24/7, confidencial) y WhatsApp 600 000 016 para alertas silenciosas. La Policía Nacional, con la UFAM al frente, promete justicia exhaustiva, pero el eco de este crimen resuena como un llamado a sistemas que vean el peligro antes de que estalle.
Esta no es una noticia pasajera; es un aldabonazo que obliga a España a mirar de frente la violencia vicaria y el maltrato infantil. ¿Falló el radar, o era un secreto familiar que nadie vio? En Agencia6, el alma se nos encoge con este angelito perdido: ¡por Lucas, por su abuelo, por todas las madres embarazadas que temen, que la justicia sea el faro que no falla! Si conoces un caso, llama al 016 ya. Sigue las autopsias y declaraciones en nuestras redes – porque un niño no merece morir en la playa que debería ser su paraíso.
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