DANA ha despertado el temor que subyace en la memoria colectiva de todos los alicantinos como resultado de la catástrofe meteorológica sufrida por la ciudad hace casi 37 años. ¿que pasó entonces?
Las lluvias torrenciales precipitadas el día de hoy en toda la provincia de Alicante ha generado el resurgimiento del temor que muchos alicantinos albergan por DANA. «¿Tendremos otra tragedia como la Riada de 1982?» se preguntaban algunos mientras hablaban con sus vecinos. Y es normal que esto ocurra en vista de la cantidad de material audiovisual que muchos ciudadanos aportaron en las redes sociales en donde hemos podido observar garajes completamente anegados, vehículos siendo arrastrados por el desbordamiento de ríos, derrumbes en algunas carreteras importantes de la provincia y hasta personal sanitario del hospital de Orihuela sacando agua de sus instalaciones.
Por lo tanto, cabe preguntarse ¿que pasó entonces? A propósito de este fenómeno meteorológico Agencia 6 Noticias ha decidido hacer un recuento de lo ocurrido en la Riada de 1982. Comencemos:
Una fecha que nunca olvidaremos
Todo comenzó el 19 de octubre 1982 cerca de las 18:00 horas, cuando comenzó a llover de manera casi permanente hasta muy entradas las 08:00 del día 20, siendo un total de quince horas en las que literalmente los observatorios de Alicante (“Ciudad Jardín”) y del Aeropuerto de “El Altet”, trabajaron a marchas forzadas para recoger en un corto intervalo de tiempo unos datos que escapaban a los límites normales de lluvia de todo un año.
Se registró un total de doscientos diecisiete litros por metro cuadrado (217 l/m2)que convirtieron la ciudad de Alicante en un verdadero apocalipsis para la gran mayoría de su habitantes. A pesar de que todo pasó dolorosamente rápido, eso no evitó que los estragos generados quedaran marcados para siempre en sus mentes.
Vale destacar además que esta riada no fue ni la más insidiosa ni la más dramática de nuestra historia como ciudad;citemos por ejemplo la “horrorosa Riada de Santa Teresa” del 15 de Octubre de 1879, con una estimación general de 1.000 muertos y posteriormente el que fue catalogado como “uno de los diluvios más mortíferos de los anales hidrológicos europeos”, o las inundaciones del 4 de Noviembre de 1972, con un registro de 330 litros por metro cuadrado en tan solo una hora; no obstante, la catástrofe de 1982 ha dejado tras de sí un temor arraigado del que nos ha costado mucho recuperarnos completamente.
La estimación monetaria de las pérdidas generadas por la riada de 1982 ascendieron a 3.500 millones de pesetas tan solo en la ciudad capital y 7.500 millones en toda la provincia, siendo las carreteras y las infraestructuras agrarias los bastiones más afectados.
Acontecimientos previos
El día 15 de Octubre (4 días antes de la catástrofe), el Satélite «Meteosat» registraba una particular circulación de fuertes borrascas a través del Atlántico Norte, las cuales penetraban en el continente europeo producto de la dirección del viento.
Al mismo tiempo, otra ráfaga de aire caliente intercepta al continente desde el Mediterráneo Central en dirección hacia Alemania, Polonia y el sur de los Países Escandinavos; lo que produciría una notable ondulación de la corriente en chorro, generando con ello una profunda vaguada sobre la Península Ibérica, especialmente en las costas mediterráneas.
El día 20 de Octubre la situación era impresionante y tenebrosa para muchas zonas de la Comunidad Valenciana en general. Entre la borrasca de aire frío y el anticiclón de aire caliente y seco, se produjo un fuerte flujo de vientos de Levante en superficie que se precipitó sobre las cabezas de los alicantinos.
Las lluvias, que ya habían hecho acto de presencia de una forma esporádica el lunes día 18, terminarían intensificándose a primeras horas de la tarde del día 19. De poco o nada sirvieron los informes meteorológicos estatales, que no tardaron en cambiar su pronóstico de «nubosidad muy abundante en el área del Mediterráneo con riesgos de chubascos y tormentas” a un preocupante estado de “intensas Tormentas. Durante las próximas doce horas, en el área de Valencia y Alicante”
A las 18:00 horas, una tenue y delgada lluvia abrió paso a un concentrado manto de agua, que empezaba a deslizarse por las calles de la Ciudad y que apenas podía ser soportado por la pequeña e ineficaz red de alcantarillado que se tenía entonces.
Algunos artículos de prensa citaron este hecho como el paso abrupto “de una caricia para una tierra sedienta durante largo tiempo” a un solmene e inolvidable latigazo que derrumbaría muros, anegaría nuestras casas y arrastrarían decenas de coches en busca del mar. Se apagaron las luces de los semáforos y en aquella tarde oscura y plomiza Alicante se convirtió en una ciudad devastada, tan sólo iluminada por las inquietantes luces de emergencia.
A las 20:00 horas, justo en el momento en que empezaban a movilizarse los servicios públicos, Cruz Roja, Ejército y Cuerpos de Policía, se cortó definitivamente el suministro eléctrico en toda la ciudad. Las velas y linternas serían el único recurso disponible para los ciudadanos en sus casas; el anticipo del desastre que llegaría esa noche y cuyos efectos muchos alicantinos descubrirían a la mañana siguiente con un amanecer nuboso y muy gris: Servicio telefónico nulo, incomunicación cuasi total por carreteras y aviones, roturas y devastación de las vías férreas, escasez de pan, miles de casas evacuadas junto con un fallecido y un desaparecido.
“Informe urgente sobre los daños ocasionados en esta ciudad (y su término municipal) por la tromba de agua que ha tenido lugar la pasada madrugada y petición, en su caso, de que se declaren los mismos como catastróficos, a los efectos de que se adopten las medidas de carácter inmediato y se obtengan las ayudas y subvenciones para la reparación de los bienes y servicios afectados«
Excmo. Ayuntamiento de Alicante con carácter “extraordinario y urgente” en primera convocatoria, el día 20 de Octubre de 1982, a las 20:00 horas.
San Gabriel, La Zona Cero.
El barrio de San Gabriel de la ciudad de Alicante fue el que recibió el mayor daño por la «Riada». Casi 37 años después, todas y cada una de las imágenes, instantáneas y recuerdos que se conservan en la actualidad de aquella larga y fatídica jornada tienen como punto en común un barrio, un barranco y una empresa que dejaron huella imborrable en “carne viva”: San Gabriel, Rambla de las Ovejas e “Inespal” (“Industria Española del Aluminio, S. A.”)
Toda la zona anexa al Barranco de las Ovejas estaba inundada por el agua y el lodo. Las carreteras y puentes habían sido levantados por la fuerza de la tromba desalojada a través del cauce, y restos de inmuebles, viviendas y coches aparecieron flotando en el mar, en la zona que antaño era conocida como “Playa del Baver”.
La Cruz Roja se sentía impotente para ayudar, puesto que el nivel del agua en las calles superaba los cinco metros de altura. Como lo resumiría Juan José Amore Liza en su artículo especial titulado: «La Riada de 192. 30 años de la catástrofe» «Aislamiento, falta de alimentos, corte de suministro eléctrico, roturas de las canalizaciones del agua potable, completa destrucción del acceso sur al barrio, desaparición del puente que atravesaba el barranco, más de 60 viviendas destruidas por la fuerza del agua, rotura de la línea ferroviaria a la altura de Agua Amarga y de dos puentes de la Carretera Nacional, saqueos en las casas afectadas, desaparición de todas las infraestructuras apoyadas en el cauce»
La Carretera Nacional a Murcia estaba partida en dos, una en el mismo Barranco de las Ovejas y otra a la altura de la factoría “Inespal”, en donde los trabajadores del turno de noche tuvieron que subirse a los tejados de las naves para no ser arrastrados al mar. La fábrica de abonos químicos “La Cros”, que dio origen en su día a los primeros núcleos de población de la barriada, quedó completamente destrozada, pasando definitivamente a la historia.
Alicante 36 años después
Con la historia siempre se ha visto que el tiempo es su mejor aliado, dejamos transcurrir los años con el fin de recuperarnos y seguir adelante pero sin olvidar la trágica situación experimentada y buscando subsanar las causas que originaron este hecho.
Al cumplirse el primer aniversario de la catástrofe muchas voces se levantaron para decir, no con poca razón, que Alicante no estuvo preparado para evitar una tragedia natural de esas magnitudes. Aunque los planes municipales elaborados en su día para que sucesos como éste no se repitieran se llevaron a la práctica en su totalidad, otras actuaciones urgentes y necesarias dejaron mucho que desear como la limpieza y adecuación del Barranco de las Ovejas y el puente elevado en la Carretera de Murcia.
“Pues a veces, muy de tarde en tarde, los ríos se desbordan y las nubes abren sus enormes compuertas celestes. El agua es buena, pero la queremos, la necesitamos, nos urge, en la justa proporción que justifique su consumo normal, nada más; no queremos avalanchas sobre barrancos sumidos en la historia de su propia y antiquísima creación natural”. Y concluyó con toda una lección de lógica tan rotunda como sencilla: “Si el orificio de salida de su bañera tiene el tamaño de una moneda de cinco duros y usted ha abierto los grifos del agua fría y caliente a toda fuerza, es evidente que la capacidad de desagüe del caudal será mucho menor que el volumen recibido; se llenará la bañera y desbordará el agua”
D. Fernando Gil Sánchez – Periodista
Cabria entonces preguntarse, al día de hoy, ¿Alicante estaría preparada para una Riada de estas magnitudes? ¿Los gobiernos (tanto anteriores como actuales) han sido cautelosos y eficientes en cuanto a limpieza de alcantarillado se trata? ¿En que condiciones se encuentran nuestros bomberos, personal de protección civil y actuación de emergencias? De ser la respuesta negativa, estaríamos entonces susceptibles a que una tragedia como la de 1982 o la muy recordada crecida de Río Seco de 1987 se repitan.
Finalmente, acompaño en este post algunas de las fotografías más impactantes de la Riada de 1982: