Cuatro días después de la explosión nuclear que provocó la muerte de al menos siete personas en una remota base del Ártico ruso, las autoridades rusas reconocieron ayer que el accidente estuvo relacionado con pruebas de «nuevas armas». Ya el sábado, después de dos días de silencio, Rusia admitió que la explosión ocurrida en una de sus bases de lanzamiento de misiles afectó a un proyectil de propulsión nuclear.
Los niveles de radiación en la ciudad de Severodvinsk, norte de Rusia, aumentaron entre 4 y 16 veces, según ha informado hoy el Servicio Meteorológico de Rusia en su página web.
A las 12.00 horas de Moscú (09.00 GMT) del 8 de agosto de 2019 en seis de ocho puntos de Severodvinsk se registró un aumento de la dosis de radiación gama de entre 4 y 16 veces en comparación con el nivel habitual para este territorio», señala el comunicado oficial.
Cinco de las víctimas son civiles, técnicos que trabajaban en la base, y dos militares. Además hay tres personas que sufrieron quemaduras. El Kremlin no ha comentado nada sobre el accidente. Pero si se confirma lo apuntado por los especialistas, podría ser el segundo incidente nuclear más grave desde la catástrofe de Chernóbil.
Expertos estadounidenses sospechan que la liberación de radiación fue a causa de un accidente durante la prueba del misil de crucero de propulsión nuclear Burevestnik. Ayer, tras rendir homenaje a cinco científicos muertos, el principal responsable nuclear de Rusia, Alexei Lijachev, presidente de Rosatom, prometió desarrollar nuevas armas nucleares y recordó que esto ocurre con relativa frecuencia: «Los estadounidenses el año pasado también probaron un reactor a pequeña escala, nuestro centro también continúa trabajando en esta dirección».
No es la primera vez que se menciona en las noticias el misil de propulsión nuclear Burevestnik 9M730: es una de las nuevas «súper armas» que Vladimir Putin quería para compensar la fuerza militar de Estados Unidos en un escenario posterior al INF, el tratado de armas nucleares intermedio. Una fuente de la industria militar negó el domingo que el accidente ocurriera con un Burevestnik y señaló, en declaraciones al diario ‘Nezavisimaya Gazeta’, que los ensayos de este misil acabaron con éxito hace medio año.
El suceso muestra que la apuesta armamentista de Putin va en serio. El pasado 2 de agosto Washington rompió con Moscú y se retiró formalmente del INF, que había sido firmado en 1987 por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov. El gobierno de Donald Trump argumentó que durante años Moscú desarrolló armas que violan el tratado y amenazan a EEUU y a Europa. Putin, por su parte, ya advirtió varias veces que su país se protegería reaccionando de manera simétrica al despliegue nuclear de EEUU.
La prueba fue conducida en una «plataforma marítima» Nenoska, según publicó ‘The New York Times’. El emplazamiento está en Severodvinsk, Allí funciona una de las principales instalaciones de investigación y desarrollo de la Marina rusa (donde se construyen y prueban misiles balísticos, intercontinentales y de crucero) y también la base de ensamblaje para submarinos atómicos y convencionales. Según la versión oficial, los especialistas estaban «realizando investigaciones sobre la propulsión de misiles con radionucleidos (nucleido radiactivo)». La ciudad cerrada de Sarov, que acoge al principal centro de investigación nuclear ruso, decretó el domingo un día de duelo y los cinco especialistas muertos fueron condecorados de manera póstuma tras el funeral.
La agencia TASS ha anunciado esta mañana que los niveles de radiación en Severodvinsk crecieron hasta 16 veces tras el accidente.
El Ejército ruso y un portavoz del gobernador regional declararon el jueves que «no hubo contaminación radiactiva». Pero la alcaldía de Severodvinsk aseguró en su portal de internet que sus detectores «registraron una breve alza de la radiactividad». La explosión ha provocado una fuerte conmoción en Severodvinsk, una ciudad de 190.000 habitantes ubicada a unos 30 km de la base, por el temor a una exposición a la radiación. Los vecinos acudieron a las farmacias para comprar yodo, que se usa para limitar los efectos, y algunas clínicas dieron folletos con las reglas a seguir en caso de contaminación radiactiva. Cuando el comunicado se retiró pocas horas después, la inquietud se extendió a todo el país. La población tiene muy presente el accidente que tuvo lugar en 1986 en la Unión Soviética, en la central ucraniana de Chernóbil. Las autoridades fueron acusadas de haber ocultado durante semanas la amplitud del desastre para evitar el escándalo.
Rusia cerró una bahía en el Mar Blanco al tráfico civil durante un mes: puede ser que el agua esté contaminada, o que estén llevando a cabo una operación de búsqueda. El medio digital ‘Baza’ informó que seis heridos en el incidente presentaban síntomas de exposición a la radiación. Incluso agregó que fueron trasladados en helicóptero hasta el Centro Biofísico Nacional de Burnazyan, y que su ropa fue incinerada. Greenpeace Rusia daba la misma cifra, pero afirmando que las radiaciones duraron al menos una hora, sin que ello represente grandes riesgos para la salud. Es el segundo ‘susto’ nuclear que se lleva Rusia este verano. A comienzos de julio 14 oficiales del ejército ruso murieron en el incendio de un submarino nuclear en el mar de Barents, en circunstancias sobre las cuales las autoridades rusas guardaron silencio, alegando «secreto de Estado».