Han pasado más de diez años desde el inicio de la crisis financiera internacional y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, (Madrid, 48 años), recuerda al sector que todavía está peor que en 2008 en aspectos clave, es decir, en una situación de debilidad si volviera la galerna.
«La banca española, tras un intenso proceso de saneamiento, recapitalización y reestructuración, ha mejorado notablemente la calidad de sus activos, su rentabilidad y su solvencia. Los activos dudosos y los inmuebles adjudicados se han reducido desde sus máximos en 2013 y 2012, respectivamente, pero su nivel sigue siendo elevado, por encima del observado antes de la crisis», apunta el gobernador en la carta de presentación de la Memoria de Supervisión Bancaria de 2018.
Y continúa en un tono exigente: «En 2018 la rentabilidad del sector ha vuelto a situarse en valores positivos y es superior a la media de la Unión Europea (UE), pero continúa por debajo de los niveles previos a la crisis». En tercer lugar, admite que las entidades españolas también han incrementado su capital total en los últimos cuatro años, «pero se encuentran a la cola de los sistemas de la eurozona en términos de capital de mayor calidad. En definitiva, a pesar del enorme esfuerzo realizado para superar los problemas derivados de la crisis y de la mejora generalizada del sector, las entidades españolas se enfrentan todavía a desafíos importantes».
Entre la lista de deberes, el supervisor destaca «acelerar la reducción de activos improductivos; reforzar el capital; mejorar su rentabilidad sin relajar los estándares de concesión de crédito; reforzar la reputación del sector evitando conductas inapropiadas, y competir en un nuevo entorno caracterizado por los avances tecnológicos y la aparición de nuevos actores». La gestión de la banca se complica más cada ejercicio, como admiten los banqueros en privado.
«Las fusiones, alternativa clara»
Por si algún alto directivo se preguntaba cómo se pueden lograr todos estos retos al mismo tiempo, la subgobernadora, Margarita Delgado, enseña el camino en una entrevista. El problema de esta fórmula es que supone perder la independencia en la gestión porque apunta hacia las fusiones.
«La banca, como cualquier otra empresa, únicamente puede subsistir si es rentable. Dado el entorno de tipos de interés en que nos encontramos, así como la irrupción de las nuevas tecnologías y la aparición de nuevos competidores no bancarios (fintech y bigtech), los bancos necesariamente deben evaluar y adecuar su estrategia y su modelo de negocio con vistas a fijar objetivos de medio y largo plazo que les permitan generar resultados recurrentes», indica Delgado en una entrevista realizada por el propio Banco de España.
Preguntada por si las fusiones son una solución razonable para afrontar los retos del sector, la número dos del Banco de España recuerda: «El papel del supervisor no es decidir qué fusiones son deseables y cuáles no, sino valorar en qué medida una nueva entidad tiene un modelo de negocio sólido y genera valor en su conjunto. Dicho esto, sí que considero que, en el actual contexto de bajos tipos de interés, en el que muchos bancos están operando con rentabilidades por debajo de su coste de capital y con estructuras de costes muy pesadas, las fusiones son una alternativa clara para mejorar la rentabilidad y ganar en eficiencia». Destaca la rotundidad del mensaje, que llegará a las cúpulas de algunas entidades que ya barajan esta posibilidad para seguir adelante.
No obstante, también apunta que aunque por ahora solo han tenido experiencia de fusiones nacionales, donde los ahorros de costes por sinergias y optimización de redes resultan evidentes, «a medida que avancemos en la Unión Bancaria no sería descartable que se produjeran fusiones transfronterizas, lo que favorecería claramente una mayor integración financiera en Europa».
Frente a las quejas del sector por la irrupción de nuevos competidores, ágiles y con poca estructura de costes, que suponen una amenaza para el modelo tradicional bancario, Delgado les recuerda que «la digitalización y la innovación tecnológica en los servicios financieros introduce nuevas oportunidades en términos de eficiencia, nuevos negocios y vías más dinámicas de acceso a clientes».
En la entrevista, la subgobernadora insiste en que «resulta fundamental que las entidades continúen reforzando su capital, tanto aumentando su volumen como mejorando su calidad». Y admite el complicado papel que tienen los bancos medianos para conseguir el capital y el colchón anticrisis, es decir, activos solventes que absorban las pérdidas de una entidad en caso de quiebra, denominados MREL, por sus siglas en inglés.
«Las entidades de tamaño mediano y pequeño, se enfrentan a un desafío mayor que las grandes para alcanzar los niveles de MREL que finalmente se establezcan, dado su acceso más limitado a los mercados», afirma.
Problemas de reputación
El problema de la reputación también aparece en la entrevista. «La evaluación de la conducta de las entidades de crédito frente al cliente bancario será un área sobre la que continuará desarrollándose una actividad supervisora intensa». La subgobernadora considera que se debe producir un cambio cultural en el modo en el que las entidades se relacionan con sus clientes. Delgado pide que se integre este asunto desde la perspectiva de la protección de la clientela «en el marco del apetito por el riesgo y potenciar tanto el control del cumplimiento normativo de los productos y los servicios bancarios como los servicios de atención al cliente».
La número dos resume la forma en la que encara su trabajo, al decir que el reto del supervisor «es saber combinar adecuadamente la actividad inspectora, que permita identificar y corregir conductas inadecuadas puntuales, con el impulso para que las entidades profundicen en una cultura de conducta que alcance a toda la organización y que refuerce su reputación frente a la clientela».
Por último, afirma que el Banco de España va a definir y promover «buenas prácticas en la gestión del riesgo climático y medioambiental en el sector financiero, realizar un análisis sobre finanzas verdes, para apoyar la transición hacia una economía sostenible».
Sanciones por la TAE y las comisiones
En cuanto a las sanciones realizadas en 2018, se han incoado seis expedientes por actuaciones irregulares detectadas in situ a diferentes entidades que no cita por créditos hipotecarios. «Estas medidas pretenden corregir las deficiencias detectadas a través de la labor supervisora e implican un trabajo posterior de seguimiento con el objeto de comprobar su efectivo cumplimiento».
La Memoria de Supervisión Bancaria de 201 desglosa los incumplimientos, que estuvieron relacionados con la entrega y el contenido de la información precontractual, el cálculo de la TAE, el cobro de comisiones por amortización anticipada por encima de los límites legales o los redondeos no permitidos.
Al margen de las hipotecas, se detectaron incumplimientos en el ámbito de la protección de los deudores sin recursos y, en concreto, en la aplicación del Código de Buenas Prácticas. Por estas irregularidades, «nueve bancos fueron sancionados en el año 2018. Se han sancionado también otros incumplimientos relacionados con el gobierno corporativo, la política de remuneraciones y el control interno, así como normativa reguladora relevante en cuanto al funcionamiento de las entidades de pago (por ejemplo, sus recursos propios o la salvaguarda de los fondos de clientes), de los establecimientos de cambio de moneda (como el registro de operaciones o la realización de operaciones no autorizadas) y de las sociedades de garantía recíproca (control y seguimiento de riesgos). Asimismo, se ha sancionado a entidades que realizaban actividades reservadas a entidades de crédito y de pago sin autorización», apunta la Memoria que no detalla los nombres de los incumplidores.
Fuente de la Noticia: El Pais