¡La Comisión Europea pone el turbo a la crisis de la vivienda juvenil con un plan de choque que mira directo a los estudiantes desplazados! En su «Plan Europeo de Vivienda Asequible», Ursula von der Leyen reconoce que «el acceso a una vivienda asequible es cada vez más inalcanzable para muchos jóvenes», limitando su independencia y participación en la sociedad. ¡En España, donde cerca de tres de cada diez universitarios (31,4%) estudian fuera de su provincia o comunidad –176.426 desplazados entre autonomías en el curso 2022/23–, el precio medio de una habitación compartida supera los 405 euros mensuales, alcanzando 550-600 euros en Madrid y Barcelona! Bruselas propone movilizar fondos para construir residencias estudiantiles, evaluar avales sin depósitos, impulsar convivencia intergeneracional y un piloto Erasmus+ para alojamiento asequible en vulnerables –medidas que buscan contrarrestar una escasez que obliga a los jóvenes a elegir carreras por proximidad, no por vocación, y agrava la salud mental con estrés por alquileres inabordables.
La realidad en España es un mazazo que duele en cada matrícula: según La Universidad española en cifras 2025 de la CRUE, Madrid acoge el 30,4% de desplazados, seguida de Andalucía (14,8%) y Valencia (11,5%), con becas de residencia que cubren solo el 5,8-7,6% de los estudiantes –una dotación per cápita que se ha reducido a la mitad en dos décadas (de 3.043 a 1.600 euros). «La capacidad económica familiar resulta determinante», alerta la CRUE, con ayudas insuficientes que abocan a los jóvenes a un mercado privado voraz: Idealista fija el alquiler medio de habitación en 405 euros, pero en capitales universitarias como Valencia o Sevilla ronda los 500 euros por plazas compartidas en residencias privadas. María de los Ángeles Guzmán, vicepresidenta de CREUP, lo clava: «En zonas universitarias, mucha gente se aprovecha del estudiantado; las residencias privadas no son opción para un estudiante de a pie».
Bruselas responde con un arsenal concreto: fondos para nuevas residencias, evaluación de avales sin garantías bancarias y modelos innovadores como pisos intergeneracionales –jóvenes conviviendo con mayores a cambio de compañía y alquileres simbólicos–. El piloto Erasmus+ priorizará a desplazados vulnerables, mientras la inversión privada en residencias estudiantiles explota: JLL calcula 1.700 millones transaccionados en 2025 y un déficit de 335.000 camas para 2029/30. Pero la CRUE y CREUP exigen más: «Reconversión de espacios públicos, bolsa de alquiler asequible y regulación de pisos turísticos», propone Guzmán, recordando que la «vivienda estudiantil es un problema estructural que desperdicia talento y afecta la salud mental».
Este plan no es cosmético; es un pulso por la independencia juvenil en una Europa donde la emancipación media supera los 30 años. ¡En España, con 690.000 estudiantes móviles proyectados para 2029, Bruselas busca equilibrar oferta y demanda antes de que el alquiler devore sueños universitarios! ¿Suficiente o parche? En Agencia6, el pulso habitacional late con esta alarma europea: ¡de habitaciones a 600 euros a avales sin depósito, el futuro estudiantil en juego! ¿Te afecta? Comparte en comentarios y síguenos para más medidas de Bruselas – porque una carrera no debería empezar con deuda de techo.






