¡Un foco de escrutinio que ilumina las sombras del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) con la intensidad de un bisturí quirúrgico! Desde septiembre de 2025, el Tribunal de Cuentas ha desplegado a tres o cinco auditores para rastrear decenas de contratos de personal, bienes y servicios en el prestigioso instituto madrileño, una pesquisa que arranca tras el cese del director y el gerente anterior en enero de ese año. Con decenas de miles de documentos analizados in situ desde antes del verano, esta auditoría no es un trámite rutinario; es un pulso que ha paralizado donaciones privadas por valor de miles de euros, dejando al CNIO –pionero en la lucha contra el cáncer– tambaleándose en un limbo de desconfianza que amenaza su financiación y reputación. ¡En un país que invierte 1.200 millones anuales en investigación oncológica, este escrutinio destapa posibles irregularidades que podrían reescribir la historia de un centro que salva vidas, recordándonos que hasta en la ciencia, la transparencia es el oxígeno!
El epicentro de esta investigación es un enjambre de contratos que el Tribunal de Cuentas disecciona con precisión quirúrgica. Todo arrancó con el cese fulminante del director y el gerente en enero de 2025, un terremoto que sacudió los pasillos del CNIO y activó el radar del órgano fiscalizador. Desde entonces, un equipo de tres a cinco auditores ha acampado en el centro madrileño, revisando con lupa decenas de acuerdos de personal –contratos indefinidos, temporales y eventuales–, adquisiciones de bienes y servicios externos que suman millones de euros públicos. «La auditoría abarca desde hace meses y se centra en decenas de contratos», confirman fuentes cercanas, pintando un panorama de meticulosidad donde cada folio es un hilo que podría desenredar irregularidades ocultas. No hay imputaciones ni hallazgos públicos aún, pero el mero peso de la pesquisa ha congelado el flujo de donaciones privadas –miles de euros que mecenas y fundaciones han retenido, temiendo que su generosidad caiga en un pozo de dudas.
El CNIO, joya de la corona científica española con 500 investigadores y un presupuesto de 80 millones anuales, no es un objetivo casual: su rol en terapias contra el cáncer y genómica lo convierte en un faro global, pero también en un imán para escrutinios que velan por cada euro público. La auditoría, iniciada antes del verano, se acelera ahora con el equipo trabajando in situ, analizando no solo montos, sino procedimientos de licitación, justificantes y posibles duplicidades que podrían oler a favoritismo o despilfarro. Fuentes del Tribunal susurran que el foco está en «contratos de personal y servicios», un terreno minado donde los indefinidos –que representan el 70% de la plantilla– podrían esconder enchufes o sobrecostes. El impacto? Un parón en donativos que duele en un centro que depende del 20% de financiación privada para proyectos punteros como inmunoterapia o edición genética.
Esta no es solo una revisión; es un recordatorio brutal de que la ciencia, en España, navega entre la excelencia y la opacidad administrativa. ¿Saldrá el CNIO limpio, o esta auditoría destapará grietas que erosionen su prestigio? En Agencia6, el pulso oncológico late con esta lupa que busca verdad: ¡por cada euro perdido, una vida que podría salvarse! Sigue los informes en nuestras redes para el veredicto – porque en la lucha contra el cáncer, la corrupción es el tumor que nadie quiere.
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