Con Rivera dimitido, ¿pedimos la dimisión de los otros tres fracasados?

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Como español preocupado por el deterioro político y social de mi país, anoche me tuve que pellizcar varias veces ante la irresponsabilidad de cuatro de los cinco líderes más importantes que concurrían a la Presidencia del Gobierno de España ayer día 10 de noviembre de 2019.

Dejo al margen a Santiago Abascal, el líder de Vox, único vencedor nato de la jornada electoral. Duplicar con creces en seis meses el número de escaños no ha sido fruto de la casualidad, si no del trabajo bien hecho que ha sabido captar una sociedad que no ha dudado en votar a la mal llamada «ultraderecha» desde los abundantes medios «pijoprogres» de España. Y los españoles lo han hecho, simple y llanamente, porque están hasta las narices de tanto inútil y tanto incompetente que, anoche, volvieron a mostrar su «patita».

Miren amigos, cuando yo era un adolescente y pude empezar a viajar por el mundo, me dí cuenta que en nuestro entorno había países donde las gilipolleces que aquí las consideramos normales, allí cuestan el puesto al político de marras a las primeras de cambio. Hablo del centro de Europa, y sobre todo, los países escandinavos donde tuve el honor de trabajar en los años 90. Unas exigencias que ellos mantienen y que en España parece no ir con la evolución de la sociedad, sobre todo cuando se trata de la casta política.

Lo de anoche de Pedro Sánchez hubiera supuesto su dimisión sin más excusas ni argumentos. Un elemento que pierde escaños tras convocar elecciones por su incompetencia a la hora de formar gobierno, es un tipo que no sirve para encabezar los designios de España. Sin más

Pero lo relevante es que un presidente que se ha demostrado que ha mentido en varias causas, jamás podría haber llegado a La Moncloa, y menos aún si lo hizo con el respaldo de votos de los amigos de los terroristas. Eso sólo puede pasar en una España que ha perdido el rumbo y en sentido común. Lo verdaderamente preocupante es que hayan millones de españoles que eso lo vean bien, cuando supone poner a la zorra a cuidar el gallinero.

Pedro Sánchez es un irresponsable, pero «su» PSOE está demostrando hoy mismo, el día post electoral, que son peor que la carne de pescuezo, empezando por la vicepresidenta, quien acaba de decir que «los socialistas no hemos convocado las elecciones, unas elecciones que han perdido otros». Vuelvo a lo de antes. Por esas declaraciones, en la Europa civilizada, esta mujer hubiese sido obligada a dimitir, sin más.

De Pablo Iglesias, es otro que se cree el buen señor que va a poder liderar toda su vida un partido donde no hace más que perder escaños, como sucedió ayer, amén del escándalo que supuso la compra de su chaletazo en Galapagar. Un comunista, o un sucedáneo de comunista, está obligado a compartir con sus votantes el mismo estilo de vida basado en el reparto de la riqueza que tanto pregonan y, sobre todo, alejarse de los lujos. Es justo todo lo contrario a lo que han hecho él y su esposa, esa chica feminista que no sabe ni lo que significa serlo. Son unos «vendemantas» a quienes de momento la cosa les va bien, porque aunque pierdan votos y escaños, ellos tendrán asegurada la mamandurria mientras al menos saquen dos diputados en Madrid. Su dimisión se debería haber producido hace tiempo, pero anoche, tras conocerse los resultados, hubiera sido lo aconsejable que hubiera demostrado por primera vez en su vida eso que llamamos alguno «sentido común» y dimitir.

Pablo Casado, ¿qué podemos decir de la alfombra de Rajoy, a quien salvaba la cara en los peores momentos del «percebe de Pontevedra»?. Casado recogió en abril la miseria de un PP al que sus predecesores aniquilaron, y ayer se vio que el Partido Popular no levantará cabeza mientras no haga limpieza real en su estructura, plagada de topos, de viejas glorias, de carrozas tapizadas y de apellidos de familias que llevan cuarenta años «chupando» del bote. Democracia es renovación, y en el PP, como también otros partidos, no están por la labor, y así les va y les irá.

Mientras escribo estas líneas se está produciendo la dimisión de Albert Rivera, quien renuncia a la presidencia de Ciudadanos y a su escaño de diputado. Da ejemplo, lo debió hacer anoche, pero debo decir que Rivera no merece este varapalo. Fundó Ciudadanos en Cataluña y luchó en favor de los catalanes que no apoyaban a los independentistas. Y en España tuvo la valentía de plantar cara con gallardía a los corruptos de otras formaciones. No pasa nada, porque es una persona válida que no tendrá problemas en la vida para salir adelante, cosa que no podrían decir otros muchos que veremos sentados en el hemiciclo y otros puestos de responsabilidad en la próxima legislatura, zotes como ellos sólos a quienes vamos a pagar un sueldazo a fin de mes a costa de impuestos confiscatorios.

Se nos va uno de los mejores políticos de los últimos tiempos, mientras tanto a los golpistas, corruptos, mentirosos y farsantes tendremos que seguir soportándolos. ¿Estamos locos?

Rivera ha dimitido, ahora falta que los otros cuatro de la foto hagan lo mismo. El fracaso de Rivera es extrapolable a Casado, Sánchez e Iglesias. Sólo así este país llamado España podrá salir del bloqueo impuesto por irresponsables y fracasados.

Feliz lunes!

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