¡Somos sus mejores amigos, pero a veces hablamos idiomas que chocan como trenes en la noche! Aunque creemos que nuestros gestos son pura amabilidad, para los perros pueden ser señales de tensión, amenaza o invitación equivocada. Un estudio de etólogos y adiestradores, recopilado por expertos en Kinship, revela siete situaciones cotidianas donde confundimos a nuestros peludos sin mala intención –de mirar de frente a empujarlos cuando saltan–, generando estrés o malentendidos que rompen la armonía en casa. ¡En un mundo donde la comunicación canina se basa en cuerpo y tono, estos «fallos humanos» no son desobediencia perruna; son cruces de cables que podemos arreglar con un poco de empatía y aprendizaje! Descubre cómo tus «buenas maneras» podrían estar diciendo lo contrario a tu fiel compañero, y transforma la convivencia en un baile perfecto.
- Saludar de frente y agachados Para nosotros, inclinarse y mirar a los ojos es educación pura. Para un perro, es intimidación: postura frontal que invade espacio y puede sonar a desafío, especialmente en tímidos. Solución: Gira el cuerpo ligeramente, evita la mirada fija y agáchate de lado. Deja que él decida acercarse –así transmites calma real.
- Empujarlos cuando saltan de alegría Ese salto emocionado es amor puro, pero apartarlo con manos es, para él, ¡invitación al juego! Interpreta el contacto como «¡más, más!». Solución: Ignora el salto (gira y cruza brazos) y premia solo cuando se siente. La calma trae caricias; la euforia, nada.
- Contener la respiración en momentos tensos Un ruido extraño o susto nos hace tensarnos y aguantar el aire. Los perros lo captan al instante y se estresan: «¿Qué amenaza hay?». Solución: Habla suave –cualquier frase vale–, obliga a respirar y transmite «todo bien».
- Usar tono que contradice las palabras Decir «ven» con voz dura suena a regaño; «quieto» alegre, a juego. Los perros priorizan el tono sobre la palabra. Solución: Voz serena para calma, animada para acción. Coherencia total.
- Decir «quieto» y girarnos para alejarnos Les pedimos quedarse, pero al darles la espalda, su instinto dice «¡sígueme!». Solución: Retrocede sin girar, manteniendo contacto visual hasta volver.
- Iniciar juego con movimientos bruscos sin señal Una carrera repentina puede leerse como amenaza si no hay código previo. Solución: Usa juguete o gesto claro para marcar «¡juego on!».
- Interactuar para pedir espacio Decir «no» o mover manos para apartarlos refuerza su atención: «¡interacción = premio!». Solución: Mira lejos, gira cabeza con barbilla alta –mensaje canino de «no disponible ahora».
Estos malentendidos no son terquedad perruna; son diferencias de idioma que, al entenderlas, fortalecen el vínculo como nunca. ¡Tu perro no desobedece; solo lee mal tus señales humanas! En Agencia6, celebramos esta empatía que une especies: ¡por menos confusiones y más lametones de comprensión! ¿Cuál te ha pasado? Comparte en comentarios y síguenos para más tips caninos – porque un gesto equivocado hoy es un amigo feliz mañana.
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