¡Extremadura hierve a dos semanas de las elecciones autonómicas con un pulso que podría reventar el tablero político! El último barómetro del CIS desata la tormenta: el PP de María Guardiola lidera con 25-29 escaños, a un suspiro de la mayoría absoluta (33), pero Vox irrumpe como la llave del poder con 10-12 diputados, escalando posiciones y convirtiéndose en el árbitro indispensable. Mientras el PSOE se precipita a un abismo de 19-22 escaños –su peor resultado en décadas–, la fricción entre derechas alcanza el rojo vivo: Guardiola acusa a Santiago Abascal de «machismo puro» y «problema personal» con ella, tildándolo de «turista» que exige su «cabeza» y la obliga a «pasar por el aro». ¡En un bloque de derechas que aplasta a la izquierda pero se resquebraja por dentro, el choque entre Guardiola y Abascal amenaza con bloquear la investidura, dejando a Extremadura en vilo entre un gobierno de coalición inestable o un caos que nadie quiere! ¿Triunfo del PP o el ascenso de Vox como verdugo de la moderación?
La encuesta del CIS, que pinta un panorama de fractura total, confirma el dominio del bloque PP-Vox con una ventaja aplastante sobre la izquierda: el PSOE, desgastado por años de gobierno y una investigación judicial que acecha a su candidato, no logra movilizar a su base tradicional y pierde terreno entre jóvenes y urbanos ante Unidas por Extremadura. «Es un batacazo histórico», lamenta David Mejía, analista político, destacando cómo el PSOE no capitaliza el enfrentamiento entre derechas para recuperar oxígeno. En el otro flanco, Vox multiplica su presencia en comarcas rurales y municipios pequeños, compitiendo codo a codo con el PP por el voto conservador y posicionándose como la fuerza que dicta términos en la negociación postelectoral.
Pero el verdadero fuego cruza la frontera de la aritmética: María Guardiola, candidata del PP y actual presidenta, ha cargado con uñas y dientes contra Santiago Abascal, presidente nacional de Vox, acusándolo de un «machismo evidente» que no tolera mujeres al mando. «No debe ver bien que haya mujeres que lideremos con firmeza», espetó Guardiola, ironizando sobre las exigencias de Abascal –»pase por el aro» o «dame tu cabeza»– y recordando que Vox ha cruzado límites al involucrar al líder nacional en una campaña regional que debería centrarse en el candidato local, Óscar Fernández Calle. «Abascal es un turista aquí, que se dedique a sus cosas», remató, insistiendo en que no entrará en provocaciones y que los límites para pactar con Vox serán los mismos que en la legislatura actual: «No vamos a ceder en temas clave». Fuentes del PP nacional temen que esta ruptura complique la investidura, mientras Vox intensifica su agenda territorial para presionar en las urnas.
Guardiola, en un intento de reconectar con su base rural, despliega un arsenal de propuestas que suenan a bálsamo para el campo extremeño: ayudas de hasta 500 euros por nacimiento en municipios pequeños, bonificaciones fiscales para rehabilitar viviendas antiguas, impulso a más de 3.000 nuevas viviendas asequibles, programas para nómadas digitales en zonas despobladas y mejoras en educación y sanidad rural. «El 21 de diciembre decidimos el futuro de la Extremadura rural», proclamó en un mitin que olía a llamado a las urnas, pidiendo un «voto masivo» para evitar bloqueos y garantizar estabilidad. Abascal, por su parte, no ha respondido directamente, pero su sombra pesa: el ascenso de Vox en encuestas refuerza su posición como «llave de gobierno», un rol que podría forzar concesiones o romper el pacto de derechas en una región donde la izquierda se desangra.
Esta tensión no es un capricho electoral; es el pulso de una Extremadura dividida entre moderación y radicalismo, donde el PSOE, hundido en su peor escenario en décadas, observa cómo sus rivales se devoran entre sí. ¿Pactará Guardiola con Vox pese a los dardos, o el choque personal bloqueará la investidura? En Agencia6, el termómetro político sube con este duelo que promete fuegos artificiales: ¡PP vs Vox, la derecha en jaque! ¿Quién gana el 21-D? Comparte en comentarios y síguenos para encuestas al minuto – porque en Extremadura, el voto no es un susurro; es un trueno.
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