¡El Supremo se ve salpicado por un lazo inesperado que huele a favoritismo y cuestiona la pureza de la toga! Antonio del Moral, uno de los cinco magistrados que firmaron la exposición razonada para investigar y condenar a Álvaro García Ortiz –el ex fiscal general inhabilitado por revelación de secretos–, dirigió la tesis doctoral de Gabriel Rodríguez Ramos, el abogado que actuó como acusación particular en el caso que precipitó el escándalo: la filtración de datos sobre Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso. Este vínculo «profundo y personal», revelado por eldiario.es y confirmado por Cadena SER, ha desatado un torbellino de dudas sobre la imparcialidad judicial: ¿puede un director de tesis –quien guía carreras y forja lealtades– juzgar con frialdad a un cliente de su pupilo? Con la Ley Orgánica del Poder Judicial exigiendo abstención por «amistad manifiesta», este hallazgo no es un detalle menor; es un rayo que podría reabrir grietas en un fallo que ya divide al país, mientras el Gobierno apela al Constitucional y el PSOE clama «injusticia».
El epicentro de esta revelación es un cruce de destinos que parece sacado de una novela judicial. Del Moral, magistrado de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo, fue clave en el proceso contra García Ortiz: firmó la admisión de la exposición razonada el 15 de octubre de 2024 –el mismo día que Rodríguez Ramos defendió su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, titulada «Identidad fundamental de la actuación empresarial punible»–. En los agradecimientos de la tesis, el abogado no escatima en gratitud: «Agradezco a mis directores, Antonio del Moral y [el otro], su esfuerzo, paciencia y guía», palabras que pintan una relación de «confianza cualificada» según catedráticos consultados por Cadena SER. Rodríguez Ramos, como acusación particular en el caso Ayuso, impulsó la querella que destapó la filtración de un correo confidencial sobre el acuerdo fiscal de González Amador, un pulso que llevó al Supremo a condenar a García Ortiz por deslealtad procesal y vulneración de la confidencialidad.
Expertos jurídicos lo clavan sin anestesia: la dirección de tesis crea un «vínculo personal y profesional profundo», donde el mentor revisa exhaustivamente el trabajo del pupilo y moldea su carrera –»el futuro del estudiante depende del director», afirman los catedráticos–. La Ley Orgánica del Poder Judicial (artículo 219) exige abstención por «amistad manifiesta» o parentesco, y aunque los directores no evalúan trabajos posteriores, esta «relación cualificada» podría interpretarse como causa de recusación. No hay reacciones directas de Del Moral o el Supremo por ahora, pero el eco resuena: ¿debería haberse abstenido el magistrado, o es un lazo académico inocuo? El fallo contra García Ortiz, con mayoría de 5 a 2, ya era controvertido –el Gobierno lo tilda de «injusticia» y prepara apelación al TC–, y este detalle podría avivar demandas de nulidad o revisiones que prolonguen el culebrón.
Este no es solo un cruce de CV; es un recordatorio brutal de que la justicia, en su cima, no es inmune a las sombras humanas. Con Ayuso celebrando la condena como «victoria de la verdad» y el PSOE en modo supervivencia, el vínculo Del Moral-Rodríguez Ramos abre la puerta a un escrutinio feroz: ¿imparcialidad real, o favoritismo velado? En un país donde la confianza judicial ya cojea, este lazo podría ser el detonante de un debate mayor sobre recusaciones y transparencia en el Supremo.
En Agencia6, el termómetro de la Justicia sube con esta conexión que cuestiona todo: ¿nulidad en el horizonte, o anécdota académica? ¡Sigue las reacciones en nuestras redes para actualizaciones al minuto – porque cuando las tesis se cruzan con las sentencias, nada es lo que parece!
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