¡El Fantasma de Pujol Regresa al Banquillo: ¿Podrá el Patriarca de CiU, a Sus 95 Años, Enfrentar su Juicio por la Fortuna Oculta en Andorra?

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¡Un capítulo que cierra una década de sombras y secretos! Este lunes, a las 10 de la mañana, los jueces de la Audiencia Nacional (AN) se convierten en los árbitros de un destino legendario: Jordi Pujol, el hombre que moldeó Cataluña durante 23 años como president de la Generalitat, comparecerá por videoconferencia desde su hogar en Barcelona para decidir si su frágil salud le permite testificar en el juicio que podría sepultar para siempre el legado de su familia. En el epicentro: una fortuna millonaria oculta en Andorra, confesada en 2014 como un «acto de redención», pero que la justicia pinta como un entramado de blanqueo, asociación ilícita y delitos fiscales que devoraron la confianza de una nación. Con su esposa Marta Ferrusola y sus siete hijos en el banquillo, este veredicto no es solo médico: es el clímax de un escándalo que derrumbó un imperio político y dejó a CiU en ruinas.

El telón de fondo es un thriller de codiciosos susurros y traiciones profundas. Todo estalló el 25 de julio de 2014, cuando Pujol, a través de su abogado, soltó la bomba en una carta pública: «Hemos tenido durante décadas dinero no declarado en el extranjero, heredado de mi padre, Avi Florenci». Lo que él llamó un «acto de expiación» ante filtraciones mediáticas desató una tormenta imparable. Investigaciones policiales allanaron hogares, interrogaron testigos y destaparon un laberinto de cuentas en Andorra: en 2019, surgió la joya de la corona, una cuenta en Andbank con 307 millones de pesetas (unos 1,8 millones de euros actuales), firmada por Pujol como propia. La Fiscalía Anticorrupción no perdonó: blanqueo de capitales, asociación ilícita y delitos contra la Hacienda Pública, con peticiones de hasta 29 años de cárcel para el patriarca y entre 9 y 19 para el resto de la familia. «Diuen, diuen, diuen…» (Dicen, dicen, dicen…), ironizaba Pujol en el Parlament, negando documentos que no veía, mientras Marta Ferrusola soltaba: «Ni un duro» (Ni un céntimo).

El origen de la pesquisa es tan turbio como el caso mismo. En 2012, Victoria Álvarez –ex pareja del hijo mayor, Jordi Pujol Ferrusola– y el empresario Javier de la Rosa, supuestamente instigados por el comisario José Manuel Villarejo, denunciaron irregularidades. Un juzgado de Barcelona abrió la caja de Pandora en 2014, fusionada luego en la AN en 2015. El Parlament catalán lanzó una comisión que reveló códigos familiares escalofriantes: Marta como «Madre Superiora», millones de pesetas como «misales». Cuatro días tras la confesión, Artur Mas, líder de CiU, lo expulsó todo: cargos, privilegios y el título de «Molt Honorable», junto a un sueldo de más de 80.000 euros anuales. El mazazo fue letal: CiU, fundado por Pujol en 1974, se disolvió; el ‘caso 3%’ de comisiones en obras públicas aceleró el declive, y el independentismo catalán vio su apoyo tambalearse. Hoy, con Salvador Illa como president, hasta se reúnen con Pujol, pero figuras como Carles Puigdemont quedan fuera del círculo.

Y ahora, el giro dramático: Pujol, a sus 95 años, no es el león de antaño. Hospitalizado del 16 al 21 de noviembre por neumonía en la Clínica Sagrada Família –donde un forense lo visitó el 14 para evaluarlo–, fue dado de alta el viernes y regresó a su casa en Ronda General Mitre. Un informe pericial de médicos judiciales, hecho público la semana pasada, es demoledor: «No está en condiciones físicas ni cognitivas para comparecer en un juicio, ni dispone de la capacidad procesal necesaria para poder defenderse de manera autosuficiente». Marcadores sanguíneos que gritan Alzheimer, fragilidad extrema… La defensa clama por eximirlo, argumentando que la confesión fue familiar y que los documentos clave vinieron de la «Policía Patriótica» bajo coacción. La AN, sin embargo, no cede: este lunes, vía vídeo, decidirán si Pujol testifica o se le declara incapacitado, antes de que el juicio arranque con el resto de la saga Pujol en el foco.

Este no es solo un juicio; es el epitafio de un mito. Pujol, que gobernó de 1980 a 2003, vio cómo su «acto de redención» –publicado tres meses antes de la consulta independentista del 9-N de 2014– se convirtió en su tumba política. ¿Saldrá indemne por edad, o la justicia cerrará el círculo con una condena que manche para siempre el apellido? En Agencia6, el pulso se acelera: ¿justicia tardía o clemencia merecida? ¡Sigue la sesión en directo en nuestras redes – porque cuando cae un titán, Cataluña entera tiembla!

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