Análisis de A PIZZA DELIVERY

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Juego disponible en formato digital para PlayStation 5, Xbox Series X/S y Steam.

A Pizza Delivery es uno de esos juegos que, a primera vista, parecen casi un experimento sencillo, pero basta ponerse los auriculares, apagar las luces y hacer el primer pedido para darte cuenta de que detrás hay una idea más afinada de lo que parece.


Sí, repartes pizza. Pero no es un simulador tradicional ni pretende serlo. Aquí la entrega va acompañada de un toque de surrealismo que convierte cada parada en una incógnita. Es una experiencia corta, directa, pero muy bien calculada desarrollado por los españoles Eric Osuna y Dolores Entertainment.

Una pizza de pepperoni, por favor

No estamos ante una historia elaborada como tal; más bien, A Pizza Delivery construye su narrativa a base de situaciones, de encuentros breves y clientes peculiares. No hay exposición extensa, pero el juego sugiere un mundo raro, ligeramente distorsionado, donde cada casa que visitas tiene una personalidad propia.

Nosotros somos B, y nos despertamos en medio de un reparto de pizzas. Al terminar, su jefe la llama desde una cabina telefónica para decirle que tiene un último reparto. Pero B no sabe donde se encuentra y cuando haga su último reparto encontrará las respuestas.

Empiezas con una entrega normal y, sin darte cuenta, terminas cuestionando si el cliente está haciendo una broma, si quiere asustarte o si simplemente vive en un universo donde lo extraño es lo normal. El juego juega con esa dualidad entre humor absurdo e inquietud ambiental para mantenerte enganchado de principio a fin.

Diseño y mecánicas: simplicidad al servicio del ambiente

En A Pizza Delivery no hay complicaciones: te dan un pedido, conduces hasta la dirección, interactúas con el cliente y tomas otro encargo.

El juego es consciente de sus propias limitaciones, así que se enfoca en hacer que la mecánica, aunque repetitiva, nunca se sienta igual. Es un ritmo que recuerda a los cortometrajes: cada segmento tiene un inicio, desarrollo y desenlace, y eso mantiene la curiosidad viva.

Además, la conducción es sencilla, casi simbólica. No pretende ser realista, solo funciona como transición entre escenas, lo cual ayuda a no romper el clima.

Pero no todo será conducir y entregar la pizza en cuestión, deberemos pasar entre espacios estrechos, conseguir manivelas para poder abrir puertas bloqueadas o recoger cajas de música o estrellas hechas con arcilla. Cada objeto que encontramos se revela una pieza clave de la historia, tanto de los personajes secundarios como de la propia B.

Estética y sonido: el verdadero ingrediente secreto

Si A Pizza Delivery funciona, es gracias a su atmósfera. Visualmente es minimalista pero expresivo: dependiendo de las zonas tenemos colores apagados o llenos de saturación, calles vacías, casas con luces demasiado intensas o demasiado débiles. Ese tono “ligeramente intencionado” contribuye al aire surrealista que acompaña en cada reparto.

Es un juego corto. En menos de una hora puedes verlo todo, sin prisas. Pero ese formato le beneficia: no necesita alargarse. Su fortaleza es ofrecer pequeñas cápsulas de situaciones extrañas. Alargarlo rompería ese encanto.

Su ritmo es constante, sin picos exagerados. Todo sucede en una progresión suave que termina por parecer natural, incluso cuando lo que ocurre frente a ti es cualquier cosa menos natural.

El sonido, en cambio, es el auténtico motor emocional: ruidos detrás de una puerta, silencios incómodos o alguna música puntual que te hace cuestionarte de el porqué estás ahí o si deberías estar ahí.

CONCLUSIÓN:

A Pizza Delivery es uno de esos proyectos que recuerdan por qué el panorama indie es tan valioso: alguien toma una idea cotidiana como es repartir pizzas y la retuerce lo justo para convertirla en una experiencia memorable. No necesitas gráficos punteros ni mecánicas complejas cuando sabes qué tono quieres transmitir.

Es un juego pequeño, sí, pero con intención y personalidad. Y en un mercado saturado de títulos enormes, eso se agradece.

Hemos realizado el análisis gracias a un código que nos ha proporcionado Jesús Fabre.

✅ Lo bueno:

  • Su atmósfera es fantástica: simple pero efectiva.
  • Los encuentros son variados, extraños y divertidos.
  • Es perfecto para una sesión corta o para un vídeo de reacciones.

❌ Lo malo:

  • Jugabilidad extremadamente básica.
  • La conducción es lo mínimo necesario.
  • Es un juego muy corto.

¿Para quién es este juego?

  • Quienes disfrutan de experiencias cortas y conceptuales.
  • Jugadores que buscan algo ameno para una sola sesión.
  • No es para quienes prefieren mecánicas elaboradas, profundidad narrativa o largas horas de juego.
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